Leonel Fernández
Pese a los años compartidos y a las afinidades ideológicas, no lograban ponerse de acuerdo. El punto de la diferencia era si el presidente Leonel Fernández es o no un político exitoso. Resultaba evidente que la discusión tenía su aspecto fundamental en el concepto mismo de éxito. En el aire flotaba, imperceptible pero martillante, la expresión atribuida a Juan Bosch de que gobernar era saber mantenerse en el poder.
Trujillo supo gobernar. Innecesario mencionar especímenes que, con ese rasero, se agregarían, desde Santana al actual.
Mientras ella sustentaba el criterio de la permanencia, a él le parecía una aberración, la cual, pese a la admiración por Don Juan, rechazaba. El costo que supone su implantación y las consecuencias que ha significado para el país, respaldan su oposición. Por ironía, la tesis del Maestro devendría en desmérito de su efímera gestión y del ejemplo que legó a la historia en 7 meses de dignidad, los cuales, no hacen más que desdecir su propio aserto. Algún día a esta nación le será más útil verse en el espejo de lo que sucedió en ese período, que la imagen borrascosa irradiada desde la más dilatada gestión.
Para él, la variable esencial del éxito político es la contribución de ese ejercicio público al engrandecimiento material, institucional y espiritual del entorno social. Tal concepción es una derivación de lo que entiende como la naturaleza del oficio del político: Un servidor de la colectividad. Todo lo demás, podrá justificar glorias personales y nombres inscritos en la posteridad con grandes dificultades para sobrepasar un juicio crítico e imparcial.
Para él, la variable esencial del éxito político es la contribución de ese ejercicio público al engrandecimiento material, institucional y espiritual del entorno social. Tal concepción es una derivación de lo que entiende como la naturaleza del oficio del político: Un servidor de la colectividad. Todo lo demás, podrá justificar glorias personales y nombres inscritos en la posteridad con grandes dificultades para sobrepasar un juicio crítico e imparcial.
En ese sentido, desde el punto de vista individual, el presidente es exitoso. Sus logros, y el tiempo en que los ha alcanzado, sirven para satisfacer su autoestima. Han sido consecuencias naturales del camino que decidió transitar: El mismo que sólo sirve para dar continuidad a las causales que determinan que no salgamos del atraso y el caos. Lo contrario de lo que debía hacer y de lo que de él se esperaba. ¿Exitoso? PEDRO P. Pedro Pedro P YERMENOS
El Nacional
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