Víctor Víctor.
No me gusta hablar mal de difuntos, ni de ausentes. Me da un trabajo inmenso señalar las maldades que cualquier no-presente ejecutó y mucho más cuando lo hizo creyendo que ‘se la comió’.
No es cuestión política, es asunto cultural, una intervención de la crianza que me dieron. Eso de hablar mal de los muertos era perseguido en casa con boche y castigo, igual que cuando te sorprendían ‘levantando el pañito’ debajo del cual mi madre ponía el ‘menudo’ de las devueltas.
Leí unos cuantos análisis periodísticos sobre los últimos ocho años del gobierno que sale, y prefiero mirar al futuro para colocar algunas observancias y conductas que puedan servir o no a nuestros jóvenes, por si alguno llegara a presidente. Eso no es hablar bien ni mal de los desaparecidos, sería proyectar hacía el mañana, un derecho de la sociología política de constante práctica. Además, así conservo el respeto a mis padres y hablo sin ofender a nadie.
Digo: los presidentes deben gobernar para las mayorías y no olvidar eso jamás. Pueden construir, pero no ser caprichosos. Los administradores no pueden permitir que sus empleados tomen lo ajeno sin castigarles.
Los presidentes no deben hablar mentiras, no pueden confundir lo virtual con lo real, pueden decir que harán una ‘revolución educativa’ si es que van a hacerla, pueden defender sus puntos de vistas sin manipular a la audiencia con un coro de cotorras parlanchinas.
Los presidentes solo pueden buscar la gobernabilidad trabajando para las mayorías y no para complacer al gran capital. Se debe ser comandante en jefe para recibir los apoyos necesarios, pero no para librarse de culpas por asesinatos y excesos de sus subalternos sin castigarles.
La decencia debe brillar siempre. Para ser un buen presidente es necesario escuchar y saber qué hacer con lo que te dicen. Nunca abandonar la responsabilidad de dirigir la empresa, de mantener ‘acotejada’ la casa.
Los presidentes deben ser modestos en el gasto porque es dinero ajeno el que consumen. Los presidentes deben atender los grandes y pequeños problemas para decidir cuál camino beneficiará a las mayorías, nunca a las minorías.
Los presidentes no pueden pensar en gobernar para volver a ser presidentes, eso degenera la función y al sujeto. ¿Entonces? Hasta pronto.
Víctor Víctor
El Día
http://www.eldia.com.do/columnas/2012/8/13/90618/Respeto-a-mis-padres
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