Paola Languasco Jiménez.
Hay una sociedad conmocionada
El horrible asesinato de la abogada Paola Languasco Jiménez le ha quitado el sueño y el sosiego a más de una familia dominicana. Los hechos sintetizados narran el viaje de la occisa desde Puerto Plata hasta Santiago en un taxi para juntarse con un supuesto cliente que demandaba sus servicios profesionales, Ambioris Nepomuceno Rodríguez, un domínico-español con supuestos antecedentes criminales. Según la autopsia a la señora Languasco Jiménez se intentó violarla y luego de secuestrada, asesinada de cuatro balazos (han dicho que solo fue uno) y abandonada en una alcantarilla empaquetada en fundas plásticas para basura.
El padre de la víctima, el abogado Leopoldo Languasco, ha denunciado que fiscales y policías aun suministrando él todas las evidencias que apuntaban como responsable de la muerte de su hija al fugitivo Ambioris Nepomuceno Rodríguez, lo dejaron libre y este supuestamente huyó hacia España.
La jurista asesinada no es la única víctima de feminicidio de este mes, ni del año ni de la década. Su violenta muerte no es la única que lloramos ni sufrimos, pero su caso es un ejemplo perfecto del peligro que acecha a cada dominicano ante unas autoridades irresponsables, incapacitadas y hasta posiblemente confabuladas con la impunidad. Por los antecedentes del sospechoso principal del crimen, este no estaba supuesto a estar libre. Por las evidencias suministradas por el padre, este debió tener impedimento de salida, por las actuaciones del ministerio público y de los policías actuantes, estos deberían estar siendo exhaustivamente investigados.
Hay una profesional joven asesinada horriblemente. Hay un padre que llora desconsoladamente el asesinato horrible de su hija y que impotente constata cómo las autoridades dejan escapar al supuesto responsable mayor. Hay tres niños menores de edad que han quedado en la orfandad materna por culpa de unos asesinos desalmados que horriblemente la mataron. Hay una sociedad conmocionada que desea sentirse protegida por la justicia y no habrá paz ni tranquilidad en esta sociedad hasta que el sospechoso esté en el país, respondiendo por las imputaciones que le atribuyen.
Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana
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