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lunes, 14 de septiembre de 2015

La decisión irresponsable del ministro de Educación

    Carlos Amarante Baret.

La irresponsabilidad del ministro y los libros de textos de historia
Raymundo González es un intelectual destacado. No es sólo un historiador, sino un pensador. Sus trabajos sobre Hostos y Bonó son clásicos de nuestro acervo cultural. Y es una persona decente, lo cual pude comprobar cuando hace algunos años tuve que lidiar con una de las usuales situaciones desagradables que se producen en el Archivo General de la Nación, de la que solo saqué como ventaja haberme sentado algunas horas a compartir y discutir con Raymundo. No somos amigos, solo hemos compartido esos encuentros, pero suficientes para respetarle.

Y ahora más que nunca, cuando pude leer su respuesta afilada –con ese filo admirable que da el talento- pero comedida, con el comedimiento que da la seguridad profesional. Raymundo ha desmontado uno a uno los argumentos de una gavilla de racistas/xenófobos contra los libros de historia del MINERD. No me detengo en la respuesta del profesor González, porque está online en varios lugares y vale la pena leerla directamente. Es brillante.

En resumen: lo peor de todo esto no es el exabrupto, grosero e infundado, de Manuel Núñez sino la decisión irresponsable del ministro.

En la acera opuesta está lo opuesto: Manuel Núñez, quien a fuerza de intentarlo puede parecer un historiador, pero que en realidad nunca rebasa la autoría de libelos. En 1990 dio a conocer "El ocaso de la nación dominicana", un libro de ensayos insoportablemente voluminoso donde carga contra todo lo que vale en el país, con absoluta incoherencia y aun peor redacción. Desde entonces ese ha sido su sino: una pluma al servicio de las peores causas políticas, la derecha y la xenofobia. Hay que reconocerle una laboriosidad que nunca ha podido compensar su falta crónica de talento. Pero ni siquiera eso le ayuda. Lo que Manuel Núñez ofrece al campo político de la derecha racista y xenófoba es una imagen invaluable.

Cuando lo veo, recuerdo una figura del teatro bufo cubano: el negrito buscavida, astuto pero bueno. Porque en realidad Manuel Núñez es el “negrito bueno” de ese teatro bufo que es la política dominicana. Es un alabardero intelectual, pero nadie puede arrojarle en cara que sea un travesti ideológico como esos intelectuales que han prestado pluma y cerebro a la causa del peledeísmo a cambio de cargos y salarios. El es auténtico, siempre fue orgánico a esa causa que valida con el color de su piel, aunque finalmente sea una causa que tiende a omitir los valores afrodominicanos. Y es que el “negrito bueno” del teatro bufo cubano no era representado por un actor negro, sino por un blanco pintado de negro. Lo mismo que sucede con nuestro “negrito bueno”.

La fuerza de gente como Manuel Núñez no reside en talento alguno, o en un carisma particular. Reside en sus relaciones orgánicas con los poderes fácticos retardatarios, como son los casos de la Fuerza Nacional Progresista de la desastrada familia Castillo y de la alta jerarquía católica con nuestro impresentable cardenal al frente. Y obviamente, reside en la proclividad de la clase política para plegarse a esas demandas, sea porque es también su ideología o porque es capaz de negociar principios para lucir mejor ante los poderes fácticos retardatarios. O ambas cosas, como lo ha venido demostrando día a día desde aquella sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional.

La decisión del ministro Amarante Baret de cambiar los textos es un ejemplo de incapacidad, conservadurismo y autoritarismo. En lugar de escuchar opiniones diversas y proceder a un mejoramiento paulatino de ese, como de otros textos, el ministro cede súbitamente a la presión de la FNP y sus alabarderos intelectuales. Otro gasto para el tan luchado 4% que se nos va en casetas lujosas en las ferias del libro, botellas, salarios galácticos, siembras de cemento y varilla y dádivas otorgadas en los paseos dominicales del presidente. Otra razón para buscar otras alternativas a esta lacra política que se atrinchera en el Partido de la Liberación Dominicana.

En resumen: lo peor de todo esto no es el exabrupto, grosero e infundado, de Manuel Núñez sino la decisión irresponsable del ministro.


Haroldo Dilla Alfonso
7dias

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