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sábado, 12 de septiembre de 2015

Su grandeza está en los usos de los recursos del Estado


La debilidad de Danilo
Mediante un golpe de mano que anuló la democracia interna del Partido de la Liberación Dominicana, Danilo Medina, contradiciéndose a sí mismo, comiéndose un tiburón putrefacto y echando en un zafacón los principios, se convirtió, por segunda vez consecutiva, en candidato presidencial.
Su poder como candidato no está basado en su liderazgo o en su arraigo en el seno de la sociedad, ni mucho menos en una gestión de gobierno ejemplar, como lo prometió cuando juró “hacer lo que nunca se había hecho” en el país.
Su grandeza, la que asegura le volverá a dar el triunfo en las elecciones, está en el uso de los recursos del Estado para comprar y corromper partidos y dirigentes, así como de la sociedad civil.
Con un “liderazgo” amparado en el presupuesto nacional, sin carisma y sin un discurso innovador o atractivo, Danilo es un candidato con muchas limitaciones. Su figura luce agotada y vieja fruto de su paso por un gobierno con más sombras que luces, aunque su prensa y sus velloneras digan lo contrario.
Se enfrenta al candidato con menos tasa de rechazo de todos; joven, vigoroso, con propuestas claras para enfrentar los problemas nacionales, como Luís Abinader, cuyos títulos profesionales no han estado en dudas por ninguna autoridad universitaria. Un candidato limpio como pocas veces se ha visto en las contiendas electorales del país.
El candidato del Partido Revolucionario Moderno y de la Convergencia no tiene el dinero del Estado para corromper ni comprar voluntades. Y si lo tuviera, tengo la certeza de que sería incapaz de tomar un solo peso del presupuesto nacional para utilizarlo en beneficio propio o de una campaña electoral, porque la honradez no es una palabra, es un valor ético que se práctica día a día.
Si Luís ha de perder las elecciones porque no acepta sobornos, porque no usa dinero sucio del narcotráfico y del crimen, de la corrupción y el lavado, entonces habrá ganado ante los ojos de ciudadanos como yo, aunque no seamos mucho, o aunque seamos demasiados.
Si  esa fortaleza –integridad, honestidad, trabajo, educación, familia, apego a la verdad- se convierte en debilidad, sería una desgracia y una pena al mismo tiempo que el pueblo pagará con lágrimas de sangre durante los próximos años.
Si el pueblo antes de votar coloca en una balanza a  Danilo y a  Luís, se inclinaría ventajosamente en favor del candidato opositor. Pero de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
No basta con que Luís sea mejor persona y mejor candidato que su oponente. Para derrotarlo habrá que salir a las calles y luchar tenazmente para que haya equidad, para evitar la parcialidad de la Junta Central Electoral y del Tribunal Superior Electoral; Habrá que luchar en todos los terrenos para que los recursos del Estado no sean un factor que determine quién ganará y quién perderá las elecciones. Derrotar a Danilo Medina y al PLD requerirá de la acción de las masas.
Danilo es un candidato débil. Y lo sabe. El “tres a uno” es mentira; el 80 % de popularidad que le atribuyen las bocinas de los medios de comunicación es otra mentira, más grande aún. De ser cierto, Danilo no estaría desesperado buscando, comprando y corrompiendo aliados que no valen “diez cheles” como dijera Euclides Gutiérrez Félix.

Juan Taveras Hernández (Juan TH)

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