Defina dictadura. Nadie piensa que el PLD va a sacar los Tucanos (ejem) y reprimir a tiros desde el aire multitudinarias protestas (que no las hay).
Pero sí hay una excesiva concentración de poder en manos del PLD. No consiguió en su día la “dictadura con respaldo popular” y entendió que la “dictadura con respaldo presupuestal” era la vía para alcanzarla.
Hay una dictadura peledeísta en el sentido de que los poderes legislativo y judicial actúan al son que les toca el ejecutivo. Entrevistado en este periódico Hatuey de Camps aseguró que los legisladores habían cobrado 15 millones por cabeza para pasar la reelección. Es la cifra que le reconoció un diputado amigo.
Eso parece una dictadura. No como la de los hermanos Castro o la de Pinochet. Llámele Dictablanda, si le asusta el término.
No funcionan los controles ni las auditorías. El número de empleados públicos crece ridículamente y las comisiones de veeduría no sirven para lo que se idearon. La oposición fue desmembrada por la compra indisimulada de diferentes facciones de cada partido.
No es una dictadura, pero muchos funcionarios actúan como dictadorcitos y no los remueven. No se persigue ni castiga la corrupción. Y ya hay una generación que ha crecido creyendo que ser peledeísta es una profesión. Y con futuro asegurado, además.
No hay una dictadura, pero tampoco contrapeso de poderes, ni controles, ni seguridad jurídica, ni institucionalidad. (Es decir... tampoco hay democracia.)
Inés Aizpún
IAizpun[@]diariolibre.com
AM
Diario Libre
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