Lo que un debate electoral falsifica en un país con las condiciones del nuestro, es el mito de la libertad. El engaño del sufragio se funda en la ilusión de la libertad individual, porque ese instante en el cual echo mi voto en la urna “parece” que me hace libre. Pero, ¿puedo yo engreírme de una “libertad” indiferente, si domestican mi hambre, si me controlan por la miseria material, si los lazos que me unen al mundo real lo adulteran con propaganda, con mentiras? Este es el punto en que los votos del dictador de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang equivalen exactamente a los votos de Danilo Medina. Y se lo digo de manera frontal al agente de prensa del gobierno que me interrogó indignado por mi artículo de la semana pasada. Sí, Obiang es un dictador centroafricano que obtiene a la franca un 98% en unas “elecciones libres” ; y Danilo Medina emplea los mismos recursos de la dictadura usando la totalidad de los bienes públicos para posicionarse en unas “elecciones libres” en un país del Caribe de una larga tradición autoritaria. Obiang lo hace economizándose el cinismo de la “democracia formal”, y Danilo Medina usa el cinismo para disfrazarse de “demócrata”.
No hay libertad sino en la elección de un comportamiento humano que no brota del temor, de la miseria o de la ignorancia. Si yo soy libre es porque mis actos expresan mi voluntad no condicionada. En la sociedad dominicana el yo verdadero de los sujetos es abolido, y en un mismo golpe extendido hasta el infinito de una historia azarosa, se ha borrado todo vestigio ético, toda solidaridad verdadera; lo real se adultera y queda el simulacro, la caricatura. Casi todo lo que Danilo Medina despliega como conquista social es una mentira. Después de la muerte de Trujillo estas son las elecciones más manipuladas y falsas que se han celebrado. Ningún torneo electoral ha sido más desigual, ninguna de las apuestas del balaguerismo para lograr la reelección exhibió tan apabullante ostentación de riqueza ni el descaro inverosímil de la inequidad que supone la manipulación ciudadana a través de esa gigantesca maquinaria de corrupción en el gobierno. Ni siquiera las elecciones que Trujillo organizaba alcanzan el nivel caricaturesco de éstas. Descaradamente parcializadas son una desconsideración a la idea de la democracia, porque la “realidad” del sufragio se puede disfrazar de democrática, pero el espesor de la corrupción, la amplia franja de la pobreza y la ignorancia la convierten en una pantomima de la libertad.
¿Quién es libre en una sociedad en la cual más del cuarenta por ciento de sus habitantes naufraga en la línea de la miseria, y más de un siete por ciento sucumbe sin remedio en la pobreza extrema? ¿Quién es libre frente a un Partido-Estado que maneja todos los tinglados de la manipulación colectiva: poder ejecutivo, cámara de diputados, senado de la república, cámara de cuentas, fuerzas armadas, poder judicial, organismos de seguridad, educación pública, planes de asistencia social, presupuesto público, estructura del cobro de los impuestos (USADA COMO PODER DE INTIMIDACIÓN), etc.? Personalmente Danilo Medina maneja el 10% del PIB, y los órganos equilibradores del poder central están desnaturalizados. La prensa cooptada por la vía del dinero, artistas, escritores prostituidos sin piedad; y encima de estos privilegios sin límites domina sin ningún escrúpulo los organismo árbitros del torneo electoral, Junta Central Electoral y Tribunal Superior Electoral.
La diferencia entre Danilo Medina y Teodoro Obiang, el dictador de Guinea Ecuatorial, son apenas el 98% que saca Obiang, en contra del 63% que la Gallup le asigna a Danilo Medina. Pero las condiciones son las mismas: Obiang reproduce una dictadura a la franca, y Danilo Medina la enmascara en el juego de la democracia formal. ¿Pueden ser libres, entonces, éstas elecciones del 2016? En cualquier escenario que coloquemos las elecciones actuales el diálogo vuelve a recomenzar. No son las “cualidades magnificadas” del candidato las que le garantizan la continuidad en el poder. Es el secuestro de las instituciones, la plutocracia, el poder del dinero; emanada de la corrupción histórica. Y le repito al agente de prensa del gobierno que me interrogó airado por mi artículo de la semana pasada, que hace ya tiempo que las elecciones son un fraude, y que Obiang es a Danilo Medina, lo que Danilo Medina es a Obiang.
Andrés Luciano Mateo
Hoy
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