¿Cree usted que los 16 senadores y 60 diputados leonelistas, se hubieran pronunciado en contra de la reforma constitucional, aprobada por mayoría en el Comité Político del PLD, si no hubiesen contado con el apoyo de ese Leonel Fernández de rostro apesadumbrado que presidió la sesión?
Nadie creería lo contrario, al tratarse de soldados obedientes. En consecuencia, el panorama indica que, en esa reunión previa de más de una hora, celebrada en las habitaciones del señor Asilis, presidente del Grupo Metro, los dos que controlan el destino del PLD no llegaron a acuerdo alguno, salvo que fuera “acordar llegar a un acuerdo, posteriormente”, cosa inminente ante la realidad de que ninguno debe albergar intenciones de suicidarse políticamente. Quien allí estaba tranquilamente, seguro de que lo propuesto se aprobaría, es Danilo. Tanto así, que hasta la campaña publicitaria con varios artistas, en apoyo a su permanencia, había salido al aire unos días antes.
Ahora, la gran pregunta es: ¿cuánto nos va a costar la reelección? ¿Qué exigirá Leonel para apoyarla? Podría conjeturarse que, ante todo, garantizar a sus legisladores, alcaldes, regidores, etc., la repostulación. También, que no se toque el engranaje que conforma el sistema judicial y, quizás, de yapa, que le cambien al Procurador por alguien que deje tranquilo a él y sus allegados. Por eso no tengo dudas de que pagaremos muy caro ese negocio particular de los peledeístas, aunque también no podemos dejar de preguntarnos: ¿Qué nos costaría más: el que se embarquen en empujar a Leonel, a base de una inversión publicitaria y de dádivas monstruosas, para tratar de que suba 25 puntos y ganar en primera vuelta, cosa muy difícil por su tasa de rechazo, o repetir a Danilo que tiene más de 60?
De todo esto queda un sabor amargo: nuestro futuro está en manos de una negociación privada que se colocará por encima de leyes, expedientes, auditorías y de toda institucionalidad vigente, aún sean solo documentos muertos.
Freddy Ortiz
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