Estabilidad económica con déficits y endeudamiento
El año 2011 transcurrió sin cambios notables para la economía dominicana: el gobierno mantuvo lo que por un período relativamente largo han sido sus propósitos macroeconómicos expresos, que son una tasa de cambio estable y un crecimiento del producto.
En efecto, la tasa de cambio se encuentra casi al mismo nivel de diciembre del 2010, con un leve aumento de 3.2%, pese a que la inflación llegó a ubicarse por encima del 10% en algunos meses, aunque a noviembre se había reducido a un 8.6% anualizado. De todas maneras, esa discrepancia tan marcada entre la inflación y el tipo de cambio, mantenida por tanto tiempo, ha devenido en un atractivo muy grande para comprar en el exterior en detrimento del mercado nacional, generando persistentes quejas de los productores de bienes agrícolas e industriales, así como de empresarios exportadores y del sector turismo. Aún así, se ha mantenido el crecimiento moderado del PIB. En los primeros nueve meses, según el Banco Central, dicho incremento fue de 4.2%.
Los datos de crecimiento e inflación, se pueden considerar relativamente satisfactorios a juzgar por lo que está pasando en el resto del mundo. En efecto, los principales países desarrollados -EUA, Europa y Japón- se encuentran sumidos en una larga crisis, y muchos de ellos ni siquiera han registrado crecimiento.
Para contrarrestar la inflación y particularmente, las crecientes importaciones, el Banco Central ha estado aplicando una política monetaria muy restrictiva. La emisión monetaria apenas aumentó 6.6% (datos anualizados a noviembre), el medio circulante no aumentó y los préstamos bancarios subieron, pero en 7.1%, muy por debajo de lo que se estima de incremento en el PIB nominal. Las tasas de interés subieron a principios del 2011, y permanecieron bastante altas respecto al año anterior. A ello contribuyó también la traslación hacia los prestatarios del nuevo impuesto a los activos bancarios. A pesar de esa política restrictiva, las importaciones siguieron aumentando, a un ritmo de 17% hasta septiembre, a lo cual contribuyeron los altos precios de los combustibles y las crecientes importaciones de bienes de consumo.
Por otro lado, en el 2011 las exportaciones experimentaron un incremento considerable, atribuible tanto al reinicio de las operaciones de la Falconbridge como a la reactivación de algunas empresas de zonas francas y la creciente importancia del mercado haitiano.
No obstante, todavía las ventas al exterior no alcanzan ni la mitad de las compras y, como efecto de ello, el país registra un déficit comercial que ronda los nueve mil millones de dólares, y se estima que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos terminará en un nivel cercano al 10% del PIB. Ante esta situación, el país se ha convertido en altamente dependiente de la entrada de capitales foráneos, a través de endeudamiento público y privado, capitales especulativos e inversiones directas en minería y actividad inmobiliaria.
Nueva vez los ingresos tributarios se quedan bastante por debajo de lo que había sido presupuestado, a pesar de que el Gobierno hizo aprobar, a mediados de año, una nueva reforma impositiva. Con datos hasta octubre, las recaudaciones han aumentado en un 8%, y es casi seguro que terminarán el año con menos de 10%, muy inferior a lo que se había presupuestado, que era un incremento de 15%. Si se tiene en cuenta que ya el déficit presupuestario del 2011 ha estado muy por encima de lo establecido en el acuerdo con el FMI, la sobreestimación de ingresos, que se advierte en el presupuesto publico aprobado para el año 2012, avisa de un déficit mucho mayor en los próximos doce meses, lo que hace poco probable que se cumpla y se retome el acuerdo Stand-By con el Fondo, el cual ha estado bajo suspenso la mayor parte del año que termina. Como se conoce, una de las dificultades más grandes para ajustar la economía a los requerimientos del FMI se deriva de la incapacidad de las autoridades para resolver el permanente y costoso déficit del sector eléctrico.
Hasta ahora, el Gobierno ha estado cubriendo los faltantes fiscales con incrementos de la deuda pública, tanto con organismos internacionales como con bancos nacionales y extranjeros y por medio de la colocación de bonos en pesos y en dólares. Otra modalidad es la colocación de certificados del Banco Central, con lo cual la deuda pública total se ha colocado por el entorno del 40% del PIB, lo cual se considera muy alto para los parámetros de un país subdesarrollado. Basta señalar que en la República Dominicana el servicio de la deuda viene absorbiendo una proporción superior al 40% de los ingresos tributarios, reduciendo fondos para las necesidades más perentorias de la población.
Cabe apuntar que a pesar de la lucha de amplios sectores populares por un mayor presupuesto para el área educativa, el año termina con apenas un 2.5% del producto para tal función, y en el presupuesto para el año 2012 se consignó menos de un 3%.
Finalmente, es preciso destacar que además de la baja atención pública de los sectores sociales, la población se ve afectada por los altos niveles de desempleo, salarios reales decrecientes y más de la mitad de la población ocupada se gana la vida en precarias condiciones en el sector informal.
Participación Ciudadana