Yeni Berenice Reynoso, Procuradora Fiscal del Distrito Nacional.
Yeni Berenice Reynoso ha sido una Procuradora Fiscal del Distrito Nacional con más luces que sombras. Ha sido clara cuando ha tenido que hacerlo y sigue siendo un punto distante del manejo político partidista de los temas que llegan a su despacho, con unas cuantas excepciones notables.
Una de las excepciones en las que ha actuado con vocación de política de partido, o que ha aceptado las presiones políticas, fue el caso del sometimiento judicial del ex presidente Leonel Fernández y la Fundación Global, para ser investigados por la Fiscalía y determinar si exigían méritos para un proceso más complejo.
No quiso proceder, hubo presiones, la Fiscalía fue invadida por abogados o personeros vestidos de abogados, y muchas barbaridades más. El otro caso es más reciente. Algunos miembros del Consejo de Directores del Banco Peravia fueron excluidos de los procesos judiciales por malversación y fraude con los dineros de los ahorrantes.
Aunque son miembros del Consejo y responsables con sus propios bienes de responder por el fraude, sencillamente fueron excluidos sin dar explicaciones de las razones por las que no se procedió contra esas personas.
Pero esos yerros no impiden que se puedan resaltar sus méritos. Yeni Berenice ha dado grandes batallas al frente del Ministerio Público del Distrito Nacional. Ha sido dura en muchas de sus declaraciones sobre el comportamiento de la justicia, y en particular sobre la investigación al ex ministro de Obras Públicas Víctor Díaz Rúa, a quien investigó y se convenció de que había cometido irregularidades en su administración en el gobierno del doctor Leonel Fernández.
Sus criterios sobre la reforma policial le han traído diversos ataques y desconsideraciones. Pero ella no se atemoriza ni cede en estos casos.
Acaba de hablar sobre los niveles de delincuencia y los problemas que genera al Ministerio Público tener que investigar actos criminales, robos, asaltos y muchos otros delitos en los que, en el 90 por ciento de los casos, hay agentes de la Policía y de las Fuerzas Armadas involucrados, y contar con la presencia de sus compañeros como investigadores.
Es una anomalía que el Estado debe afrontar. Si en los casos criminales y delincuenciales hay agentes policiales y militares involucrados algo extraño, que no es normal, está ocurriendo con los procesos de selección de ese personal. Policías y militares tienen la responsabilidad de servir a la ciudadanía en materias de seguridad pública y seguridad nacional. Si ellos son los delincuentes hay un problema serio en los criterios de selección de ese personal, además del consabido problema de salarios y de miseria en que viven.
Leonel Fernández acaba de decir que el país tiene una de las mejores policías del mundo, porque resuelve los acasos en menos de dos días. Y es cierto, que hay casos que se resuelven pronto, pero hay otros casos que no se resuelven nunca. Si hay tantos vínculos numéricos entre delincuencia y agentes de la PN y la FFAA, hay que poner en práctica una política para poner fin a ese grave problema.
La PN hace esfuerzos para resolver crímenes y delincuencia común. El Sistema 911 ha llegado en esta administración para eficientizar la calidad de los servicios de atención de emergencia, que incluyen casos de seguridad ciudadana. Pero en muchos casos es notable la presencia de agentes del Estado en esos crímenes, o se originan dentro de ellas, como el caso del robo de casi mil kilos de cocaína por agentes del DICAN.
“Desde hace más de un año, desde la Fiscalía hemos dicho la gran preocupación que genera el hecho de que aproximadamente en el 90% de los casos de criminalidad organizada, están involucrados policías y militares; en la mayoría de los casos de narcotráfico a gran escala, sicariato, de crimen organizado, hay policías y militares”. Eso dijo Yeni Berenice Reynoso.
Tiene razón y hay que hacer caso a su llamado al gobierno para atender de fondo las razones por las que estas cosas ocurren. Es una vergüenza para el Estado que así sea, y la Fiscal Berenice Reynoso tiene razón.
Editorial Acento
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