El clientelista presidente del Senado y Secretario General del PLD, don Reinaldo Pared Pérez, uno de esos hombres que pueden definirse porque su reloj lo lleva a él, en vez de ser él quien lleva a su reloj (un rimbombante Rolex de oro, que cuesta un cojón (testículo), si no es que los dos, el mismo modelo que se compró Arnaldo Ochoa [general cubano] cuando comenzó a traficar con drogas) no encontró una ocasión más propicia, para destacar el clima de respeto a la libertad de prensa que vive la República Dominicana, que el acto en el que una cúpula del PLD, en la que se incluyen unos muy connotados ladrones, brindó su apoyo a Euclides Gutiérrez en la agresión, ejercida desde una posición de poder, por este privilegiado, nepotista y presuntuoso funcionario del gobierno, contra la periodista Nuria Piera.
Ciertamente, Nuria no se ha limitado a hacer su trabajo, sino que lo ha hecho sumamente bien, mostrando las 70 facturas de electricidad que no ha pagado el “compañero íntegro” , los elefantiásicos palacetes abunkerados de este tutumpote intocable, los usos irregulares del personal de la Superintencia de Seguros como empleados domésticos, las ilegales prácticas nepotistas en que ha incurrido el muy conspicuo e insigne dirigente y, para coronar el pastel, uno de los cheques que cobraba este abofado patriota egregio por los servicios rendidos a la tiranía trujillista.
Aparte de las inquietudes planteadas por el Movimiento ¡No más! que quiere conocer los detalles de algunos trasiegos con millones en la Superintendencia de Seguros y aparte de lo relativo a las carreteras construidas por los gobiernos de Leonel en las inmediaciones de los estrambóticos habitáculos del funcionario, todavía faltan por averiguar ciertas especificaciones, muy bien planteadas por Hamlet Hermann, sobre la fortuna que Euclides dice haber recopilado vendiendo libros.
Sería muy ilustrativo saber si por casualidad alguna parte de esos millones fueron pagados por el Estado dominicano, si el Estado recibió los impuestos correspondientes por las ganancias, a qué precios se compraron los libros, si es el caso y dónde se encuentran los desdichados ejemplares.
Hasta el momento, lo único que se pueda afirmar a ciencia cierta es que casi todos esos libros se mantienen impolutamente vírgenes. Los viejos peledeístas están demasiado ocupados robando en el Estado para perder tiempo leyendo lo que sea y los peledeístas recientes, que son la mayoría, no se han molestado en leer a Juan Bosch, menos a Euclides.
Entre las acotaciones de don Reinaldo hay que subrayar su juicio acerca del exceso de “tolerancia” que según aseguró ha exhibido el Presidente de la República ante las críticas.
Este legislador, de aroma un tanto stalinista, como corresponde a un peledeísta de vieja guardia, pragmatizado lo suficiente para adherirse como el Presidente mismo y el resto del grupo, en las nutridas filas del catolicismo ateo, representa una democracia en la que él no cree.
Por eso habla del “exceso de tolerancia” , es decir, de un favor, de una condescendencia, de una generosa dádiva concedida en el colmo de su magnanimidad por un monarca que ha perdonado demasiadas vidas, desoyendo los consejos de sus allegados que recomiendan garrote y sangre.
Pasa por alto el flamante congresista que la libertad de prensa, siempre mediatizada, siempre amenazada, siempre manipulada, siempre más abstracta que concreta, siempre tan vulnerable a los corrosivos embates de los cuartos y del poder; esa pequeña y frágil libertad que debía escribirse siempre entre comillas, esa utópica aspiración de ilusos poco realistas se mantiene a flote con la respiración entrecortada, boqueando siempre a duras penas, como un derecho conquistado dolorosamente por un sector del país, y tercamente ejercido contra viento y marea por algunos periodistas y escritores que pagan muy caro el lujo de tener una boca propia y una conciencia no alquilada incondicionalmente a nadie.
Debe saber el presidente del Senado y sus compañeros dirigentes del PLD que el exceso de tolerancia se lo ha dispensado el país a todos esos politiqueritos crapulosos, ladronazos con barrilitos y barrilotes, con exceso de exoneraciones, angurriosos de cuartos, desbordados de botellas, anegados de macuterismos, inflados como globos aerostáticos de privilegios inexcusables y prepotencia insoportable.
El exceso de tolerancia lo tiene cada persona común cada vez que establece cualquier contacto con una dependencia gubernamental y tiene que aguantar tranquilamente que la atropellen, a que su fila no se la respeten, a que haya un departamento “VIP” para atender a los compañeros del partido en el gobierno.
El exceso de tolerancia lo ha tenido el país con un gobierno de ladrones, que hizo una reforma tributaria rapiñosa, a beneficio de una élite económica insaciable y de los políticos ladrones del gobierno.
¿No hubo un exceso de tolerancia por parte del país que muy pacíficamente vio desaparecer 661 millones del INDRI durante la administración de Rodríguez Pimentel?
¿Y con los cientos de miles de millones evaporados de la Liga Municipal con Aristy Castro apoyado y asociado a los tres partidos políticos mayoritarios?
¿Cuántos cientos de miles de millones se han robado de las compañías eléctricas?
¿Cuánto más les falta por coger?
¿Cuánto sacan de la especulación con los combustibles?
¿A cuánto ascienden los desfalcos en los fondos de pensiones?
¿Cuánto se roban con unas apoteósicas pensiones autoasignadas y distribuidas como prebendas políticas, mientras muchos maestros reciben pensiones mensuales de menos de 100 pesos?
¿Cuándo fue la última vez que uno de esos ladrones pagó un impuesto?
¿Cuántos de ellos no están pagando la electricidad?
¿A qué parte del sector privado se le concede la misma gracia?
¿Cuánto gasta el gobierno regalándole la gasolina a sus ladrones, familiares, amigos, conocidos y simpatizantes?
El exceso de tolerancia lo tiene el país viendo a los testaferros ir y venir con capitales como sacados de la lámpara de Aladino y calculando hasta humorísticamente las sobrevaluaciones del Metro y de todo lo otro porque no pegan un block sin robarse la mitad.
¿No es un insólito exceso de tolerancia el que tiene que gastar la ciudadanía para exigirle muy civilizadamente al gobierno que cumpla sus propias leyes, como la del 4 por ciento del PBI para la educación?
¿No es un exceso de tolerancia asistir pacientemente a una depredación generalizada, a una infuncionalidad total, a una crispación continua?
¿Qué se cree la pandilla de políticos ladrones y funcionarios ineptos?
¿Que ni siquiera unos adjetivos les van a caer encima?
Sara Pérez
DIARIO DE LA CIGUAPA
Acento.com.do
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