La insistente terquedad con la que los dirigentes de la llamada corriente mayoritaria en el PRD se afanan en buscar un acuerdo institucional con la presidencia de esa organización es incomprensible.
El señor Miguel Vargas Maldonado ha reiterado que “su” candidatura a la presidencia de la República y su puesto de presidente del partido son innegociables, es decir que todo acuerdo para darle una salida a la crisis interna del PRD deben ser sobre esas dos condiciones.
Sus contrarios, encabezados por el expresidente Hipólito Mejía y el excandidato vicepresidencial Luis Abinader no acaban de entender su juego. Mientras más se prolonga el impasse, menos oportunidades existen de un arreglo que pueda mejorar las posibilidades electorales del partido, con lo cual el oficialismo, quienquiera sea su candidato, probablemente el expresidente Leonel Fernández, quedará sin rival de cuidado en las próximas elecciones. Vargas sabe que no tiene chance alguno de ganar la presidencia, aún sea el candidato. Su actuación pasada, negándole el respaldo al candidato de su partido, el expresidente Mejía, que le había derrotado en las primarias de la organización, dejó una herida muy profunda en el perredeísmo que aún no ha cicatrizado.
Pero su condición de presidente del PRD, que es lo que realmente le interesa a largo plazo, le garantiza suficiente poder e influencia política, debido a que en esa condición podrá designar los candidatos a los demás cargos que habrán de disputarse en el 2016 en elecciones separadas para el Congreso y los municipios.
Si Mejía y Abinader se hubieran decidido a formar tienda aparte, como se dice, olvidándose de una Convergencia que no durará mucho, hoy tendrían casi todo el PRD en sus manos. Ahora, el viento sopla en otra dirección y el camino hacia mayo de 2016 se le está quedando corto. Y la presidencia del PRD trae recursos que Vargas usa a discreción.
Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe
http://www.elcaribe.com.do/2014/05/05/crisis-del-prd
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