Me decía una amiga muy querida que una de las grandes paradojas de la sociedad dominicana es que los buenos vivimos tras rejas mientras los malos andan libres por la calle cometiendo fechorías.
Es decir, los que cumplen con su trabajo, que obedecen la ley y pueden ser modelos para la sociedad, tienen que protegerse en sus casas y negocios tras rejas, como en una cárcel y los malos andan paseándose a ojos vistas planificando su próxima fechoría.
Así no puede ser.
Este país tiene que proteger a la gente que lo construye y controlar a los que quieren destruirlo.
Los organismos de represión no pueden seguir actuando cada uno por su lado llevando desasosiego a la población y confianza a los malhechores que se sienten en control de la situación.
El país necesita urgentemente organizarse en un plan de acción que incluya como prioridad esencial, la “educación en el orden y el respeto”, tomando como ejes de aplicación el orden en el tránsito, el control de la delincuencia, la planificación urbana y el respeto a la ley.
Es convertir a cada dominicano, sin importar la edad, en un ente de apoyo al orden y al respeto a las normas de vida en la sociedad. Para eso no hay que ser pobre o rico, sino que todos estemos conscientes de que debemos empujar el carro en la misma dirección. Una sociedad en que la familia y la escuela se apoyen y las autoridades cumplan su deber. Es lo único que nos hará grandes, felices y tranquilos.
atejada[@]diariolibre.com
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