Tropas militares norteamericanas en su avance hacia la ciudad de Santiago de los Caballeros, 1916.
Siempre nuestros nacionales y sobre todo los nativos de la provincia Valverde han leído o escuchado sobre lo ocurrido hace 100 años en La Barranquita , tal vez algunos cayendo en la ligereza de pensar que en nuestras exposiciones han habido exageraciones por tratarse de dominicanos, y sobre todo por tratarse de un episodio registrado en la región donde nacimos.
Por eso, al cumplirse el centenario de aquel martirologio, dejo en esta ocasión que sea un capitán del ejército de ocupación de los Estados Unidos quien explique lo que pasó en la mañana de ese 3 de julio del 1916 en el punto de Camino Real, trayecto que une a las ciudades de Montecristi y Santiago, y recorrido por las fuerzas invasoras después de desembarcar sus hombres fuertemente armados por la costa de la ciudad noroestana.
El capitán Stephen M. Fuller y el escritor Graham A. Cosmas, escribieron el libro "Marines in the Dominican Republic 1916-1924", obra revisada y aprobada por History and Museums División Head Quarter U. S. Marine Corps, Washington, D. C. (Museo de Historia y de la Cuarta División del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América).
El indicado informe nos refiere lo que ocurrió en la mañana de ese heroico lunes, según documentos y testimonios norteamericanos recogidos por Graham Cosmas, principal redactor del mismo. Para la redacción de esta parte, el autor nos dice que debió consultar la obra "Una breve Historia del 4to. Regimiento de Infantería de Marina (Washington: División Histórica del Museo Militar”), así como el "Reporte del Destacamento Provisional" del coronel Joseph Pendleton, comandante de los marines que enfrentaron a los hombres de Carlos Daniel Grullón en el cerro de La Barranquita. También, entrevistó al teniente general de los Estados Unidos Julián C. Smith, entonces capitán, de una de las compañías que enfrentó a nuestros patriotas. Finalmente, su versión es la siguiente:
"El 3 de julio, en Guayacanes, los insurgentes hicieron su segunda resistencia importante contra las fuerzas del coronel Pendleton. En ésta, el combate decisivo del avance hacia Santiago, los americanos enfrentaron a un enemigo atrincherado, y una aproximación al través de unos arbustos muy espesos. Esta vez, la artillería no fue capaz de encontrar la posición desde la cual observar y disparar al enemigo, no pudo soportar el ataque y la infantería y los que operaban las ametralladoras tuvieron que llevar la carga principal del combate.
Los ametralladores desplegaron una actividad en que se hicieron en una forma muy particular. Arrastraron sus armas marca Colt y Benet–Merciersal a través de las malezas a unas 200 yardas de la línea opuesta (las trincheras enemigas) y les dispararon estallando el fuego concentrado en un esfuerzo por silenciar los rifles de los enemigos. El cabo Joseph Glowin arregló y se colocó su fusil detrás de una leña que estaba en el suelo, y empezó a disparar hasta que fue herido dos veces, cuando otros infantes de marina, con mucho esfuerzo le arrastraron hasta la guardia para curar sus heridas, y otro infante de marina cuya escopeta se había atascado, le sustituyó.
Sargento primero, Roswell Winans.
El primer sargento Roswell Winans, luchando con una pistola Colt que tenía tendencia a atascarse, desde una posición en la que estaba expuesto al peligro, se levantó bajo el fuego, para tratar de quitar el obstáculo de la pistola y mantuvo su arma en acción.
Por esta hazaña llegó a ser el primer hombre en el Cuarto Regimiento en obtener la Medalla de Honor.
Mientras la Infantería de Marina y los ametralladores presionaban el ataque en el frente, la Sexta Compañía, bajo el mando del capitán Julián C. Smith, un futuro teniente general, atacó y dispersó las fuerzas rebeldes que se habían deslizado por el flanco de la columna para atacar el sector de las provisiones.
El entonces capitán Julián C. Smith, futuro teniente general.
Finalmente, el enemigo se dispersó y escapó dejando a los infantes de marina que ya habían tenido un muerto y diez heridos, en posesión de las trincheras, probándose así la superioridad de la puntería de los fusiles de los infantes de marina y del tiroteo de las ametralladoras. Los rebeldes perdieron por lo menos 27 muertos, y dejaron cinco prisioneros en las manos de la Infantería de Marina.
El próximo día, sin encontrarse ya con más resistencia, la columna del coronel Pendleton llegó a su destino interino que era Navarrete".
Tomado del libro a publicarse proximamente “La Batalla de La Barranquita”.
Manuel Rodríguez Bonilla
Miembro Fundador del Comité La Barranquita, Inc. y del Comité de Historia de Mao, Inc.
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