FUNCIONARIOS ANSIOSOS
La procuradora Especializada de Persecución de la Corrupción (Pepca), Laura Guerrero Pelletier, no quiso revelar los nombres de los cinco funcionarios del Gobierno investigados por supuestas irregularidades durante el período de transición, pero aportó un “diagnóstico” que podría explicar porqué el período que transcurre entre la elección de las nuevas autoridades y su toma de posesión ha sido convertido en tiempo de zafra por corruptos y desfalcadores del Estado de todos los partidos y plumajes.
Según explicó la funcionaria, quien aseguró que habrá consecuencias si se comprueba algún ilícito penal a los funcionarios interrogados, el proceso de transición produce ansiedad a los funcionarios que terminan su mandato porque serán sustituidos por los que ganaron las elecciones.
Lo primero que se dirá, en rechazo a la “explicación” de Guerrero Pelletier, es que esos funcionarios debieron consultar un psicólogo o beber tisanas de tilo o de hojas de guanábana si querían calmar su ansiedad, en lugar de cargar para su casa con los bienes públicos.
Estoy consciente de que la directora del Pepca puede alegar que la he sacado de contexto, por lo que habrá que darle la razón si argumenta que nunca fue su intención justificar la corrupción o restarle gravedad al flagelo.
Pero a los peledeístas, como he dicho tantas veces, les encantan los eufemismos, suplantar la cruda realidad con palabras bonitas y edulcorantes, y en gente que ha convertido su permanencia en el poder en la razón de su existencia esa inclinación no puede, ni debe, ser considerada inocente.
Porque existe el riesgo de que cualquier día de estos nos despertemos con la novedad de que en este país ya no tenemos funcionarios corruptos sino servidores públicos “ansiosos”, o que el nombramiento en un cargo público de un compañerito “que se fajó” no es clientelismo sino terapia laboral, pues nada produce más ansiedad en un político en el poder que ser pobre.
Claudio Acosta
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