Nuestra Procuraduría General de la República es una vergüenza. Sin rubor ninguno sus representantes confiesan que los 14 imputados por el caso Odebrecht son los que les envió Brasil.
Ahora resulta que los acusadores son extranjeros. Si allá no hubieran mencionado a ningún dominicano, aquí estaríamos en el limbo.
¡Qué turpenes tenemos en la defensa de los intereses públicos!
Nuestras autoridades están actuando empujados por poderes judiciales foráneos. Nuestros organismos de investigación están de vacaciones. No hay mayor muestra de desidia, abulia, desgrano o complicidad. En justicia dicen que ante confesión de las partes no se requieren pruebas.
Y encima de eso hacen un expediente chabacano. No se han molestado en diligenciar una acusación sólida que no sea un atropello a las reputaciones de presuntos implicados. El juez especial no puede hacer el trabajo de la fiscalía. Le quieren echar una cuaba. Parecen buscar que sea el magistrado Francisco Ortega que cargue las consecuencias de un expediente chapucero.
La desconfianza sobre el devenir aumenta. A los imputados les han atribuido, dicen ellos, culpas que no son y dineros que no tienen. Yo no tengo culpables ni inocentes favoritos. Quiero, como todos los ciudadanos, que se haga justicia.
Según nuestra ley fundamental todos somos inocentes hasta condena irrevocable. Es la Procuraduría la que tiene que probar las acusaciones porque la presunción de inocencia prima sobre toda sospecha.
Independientemente de las penas coercitivas, las acusaciones deben ser probadas de manera irrefutable. La duda favorece al reo. Si la fiscalía hace un mal trabajo los imputados saldrán libres, pero la opinión pública los declarará culpables y pagarán la mancilla justos y pecadores. No es admisible que los representantes de la Procuraduría cierren de un portazo judicial el expediente. Siguen manteniendo la consigna de que en ese expediente están todos los que son y con ellos son todos los que están.
El organismo creado para defender la ciudadanía se deshonra. Se embadurna de descrédito toda vez que deja en manos de los brasileños las imputaciones por la corrupción fomentada por una empresa de ese país. Esta actuación es una maldad al reclamo de frenar la corrupción.
En Brasil todavía siguen apresando y condenando personas por el caso de corrupción y en este país, donde miles de millones de pesos se fueron a los bolsillos corruptos, se afirma que ahí están todos los presuntos implicados. Es un expediente débil. Una chapuza.
Alfredo Freites
Punto de Mira
Listín Diario
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