Lo más doloroso de las elecciones efectuadas el 20 de mayo no es que haya ganado Danilo Medina y perdido Hipólito Mejía. Más que Mejía, candidato del PRD, quien ha perdido es la democracia. Dicho con palabras del poeta Abelardo Vicioso la democracia “está herida por los cuatro costados”.
El PRD ganó 28 de las 32 provincias del país. El PLD, el partido vencedor, perdió 28 y ganó cuatro. El PRD ganó gloria, el PLD ganó el Poder, aunque ya más poder no le cabe. Poder y pudor son palabras parecidas morfológicamente, pero muy diferenciadas semánticamente. La ausencia de pudor permite al PLD celebrar esta forma de lograr el Poder.
No pudo el pudor contra el Poder y en República Dominicana seguirá el predominio del poder sin pudor. El resultado estadístico de las elecciones ha sido validado. Los dominicanos debemos advertir que lo ocurrido el 20 de mayo puede repetirse. Los ventrílocuos del gobierno no quieren que se hable de las irregularidades en el proceso.
No quieren que se diga que dirigentes del PRD fueron tiroteados, apresados o vejados el día de las elecciones. Ni que en torno a los centros de votación, personeros del gobierno compraban votos y neutralizaban votantes. En casos de quejas, la policía electoral reprendía a los partidarios de Mejía.
Cuando la ética resulta insuficiente para controlar el comportamiento de los hombres, las reglas han de imponerse mediante la ley. El presidente Leonel Fernández y su gabinete se lanzaron a las calles a repartir bienes del Estado para comprar voluntades a favor de su candidato. Eso le permitió asegurar que “ganaremos en el primer boletín”.
Antes de que se contasen las boletas depositadas, los peledeístas aseguraban que Danilo Medina había ganado. Lo decían convencidos. Y ya aseguran que harán lo mismo en los comicios de 2016. Si los partidos de la oposición y la sociedad civil no se avispan, la impudicia se impondrá de nuevo a fuerza de billetes y quizá de fusiles.
La reforma a la Ley Electoral y la aprobación de la Ley de Partidos Políticos son pasos indispensables para que nos acerquemos a controles que puedan mermar la inequidad y los abusos por parte de quienes detentan el Poder y lo ejercen sin sentido ético. ¿Iluso, verdad? El Congreso Nacional es dominado por el PLD.
“El principio del gobierno democrático es la virtud”, enseñaba el Barón de Montesquieu. Pero dentro de cuatro años, el presidente Fernández reclamará de Medina reciprocar lo que ahora ha hecho para llevarlo a la presidencia de la República. La repetición de ese libreto ofrece razones para espantarse.
Rafael Peralta Romero
Voces y Ecos
El Nacional