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lunes, 31 de mayo de 2010

Dictadura en la democracia


                        Leonel Fernández

Un gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad de un país es según el diccionario de la Real Academia una dictadura. Dictaduras ha habido muchas en el mundo y en especial en América Latina y todavía sigue habiéndolas. Dictaduras que se valen para su implantación, del ordenamiento jurídico en las formas, pero que manipulan todas las circunstancias y estamentos para hacerse con el poder sin la conciencia y o el consentimiento libérrimo de la mayoría.

República Dominicana es un ejemplo de ello. La dictadura de Trujillo por ejemplo se caracterizó por su unipersonalidad y su crueldad. El país le pertenecía y a su antojo dictaminaba órdenes que todo el mundo tenía que acatar. El poder emanaba de él y a él volvía. Sin dudas él era el más grande y poderoso, todos actuaban para él, eran tentáculos de su voluntad omnímoda.

Hoy vivimos una modalidad de gobierno que se podría decir que acaba de cristalizar en dictadura. Prima la voluntad de un grupo de personas a quienes el presidente utiliza, quienes a su vez utilizan al presidente. Todos quieren riquezas y confort y a cambio ellos le otorgan al presidente el poder absoluto. Es la dictadura de la cúpula de un partido que ha decidido gobernar a su antojo y de acuerdo a sus intereses por un mínimo de 8 años más.

En las pasadas elecciones el poder ejecutivo colaboró arduamente para que el poder legislativo se uniformara de morado. En el 2012 cuando tenga lugar la elección del presidente los legisladores tendrán una deuda con el poder ejecutivo y se plegarán a sus deseos o designios.

No es verdad que el pueblo dominicano ha elegido las autoridades que tiene. El 58% de abstención, más los votos nulos, los contrarios y los comprados a los indigentes, indican que ellos están ahí a la fuerza o por artimañas pseudodemocráticas que en nada responden al espíritu de la verdadera democracia.

El gobierno no tiene oposición, de manera que estaremos sometidos a la dictadura de sus apetencias y pesadillas. No estamos hablando de la Dictadura con Respaldo Popular de su fundador el prof. Bosch. Hablamos de la Dictadura con respaldo de las cámaras, la suprema, el ejército armado y otros grupos con intereses económicos a quienes hay que respetar y o temer. Los demás, nosotros, la grandísima mayoría de este país que se salven como puedan, que este gobierno ni ninguno que responda a partido, tiene voluntad de hacer de este país uno decente, de leyes, deberes y derechos, orden, diálogo, austeridad y honestidad. Prueba es que cuando han tenido la oportunidad los otros dos partidos también han actuado al margen de la institucionalidad democrática.

Lo que nos queda claro es que el país es su conuco y todos nosotros estamos a su servicio: que cuando ellos pasan por las calles hay que detenerse y echarse a un lado y que pagamos impuestos para sus caprichos. Quisiera que esto fuera un cuento de un país muy lejano. Por lo pronto decimos un triste refrán popular: “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Mientras tanto comencemos a movernos para prescindir de los partidos.
Rosalina Perdomo Montalvo

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