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miércoles, 26 de mayo de 2010

Español fotografió el horror nazi en Mauthausen




Francisco Boix fue un testigo implacable y providencial. Llamado en 1946 ante el tribunal de Nuremberg, que juzgaba a los responsables de los crímenes nazis, pudo demostrar fehacientemente con sus fotografías los horrores que había sufrido y presenciado en el campo de concentración de Mauthausen (Austria), junto a otros miles de prisioneros de múltiples nacionalidades y creencias.

Boix pertenecía a uno de los principales contingentes de carácter político confinados allí por el III Reich. Era uno de los más de 6.000 republicanos españoles que hubieron de sumar a las penalidades de su primer exilio en Francia (tras el fin de la Guerra Civil en 1939) la tortura del extenuante trabajo en la cantera de piedra de Mauthausen, un campo que la mayoría de internados sólo lograría abandonar convertido en humo, por las chimeneas de los hornos crematorios o las cámaras de gas.

Sin embargo, Boix, aunque terriblemente debilitado, tuvo más suerte y consiguió sobrevivir a todas aquellas penalidades para asistir –y también recoger también testimonios gráficos– a la liberación del campo por los aliados el 5 de mayo de 1945, hace ahora 65 años.

Con este motivo, la revista 'La Aventura de la Historia' cuenta este mes en exclusiva detalles desconocidos de la hazaña de Francisco Boix y entrevista a los pocos testigos hoy supervivientes del comando de jóvenes españoles que le ayudaron a sacar del campo los cerca de un millar de negativos y fotos que había conseguido esconder.

Ciertamente, el lugar de trabajo al que estaba destinado –dada su condición de fotógrafo– desde que llegó a Mathausen el 27 de enero de 1941, facilitó su operación. A las órdenes del SS Paul Ricken, en la oficina de identificación de presos, Boix se encargaba de revelar las películas de los fusilados en el campo, así como las fotografías de los responsables de su dirección y las visitas al mismo de grandes capitostes nazis, como Kaltenbrunner o Himmler.

Con la ayuda de otro preso español, Antonio García, se las arregló para hacerse con los negativos y ocultarlos en un primer momento bajo las tablas de su barracón, pero el problema radicaba en cómo sacarlos de del campo, pues, si los nazis les descubrían, ambos estaban perdidos.

Ahí es donde entran en escena los 'Poschaher', muchachos a los que por su corta edad se les permitía salir del 'lager' y eran enviados a trabajar a una cantera privada en las afueras del pueblo, de la que tomaron el nombre. Estos chicos, encabezados por Jacinto Cortés, Jesús Grau y José Alcubierre, se jugaron la vida para llevar el botín fotográfico a Ana Pointner, opositora del nazismo, quien lo guardó primero en el sótano y luego en un muro de su jardín.
Asunción Domenech | Madrid / elmundo.es

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