Los elementos con los que se ataca su propuesta electoral no deberían constituir problema alguno, por cuanto los niveles de insatisfacción actual son probablemente sus mejores armas. En su caso la vía más segura para dejar sin argumentos a sus contrincantes es un acto público de contrición. Un acto de fe.
Expresar públicamente su pesar y arrepentimiento por haber ofendido a la nación, no tanto a Dios, con la promesa de no repetir los errores del pasado, incluso enumerándolos, y un firme compromiso de combatir la corrupción, persiguiéndola y castigándola, y de entregar en el presupuesto del 2013 el 4% o más del PIB a la educación.
No necesita nada más. Y debería hacerlo con seriedad, con un discurso y la publicación de una doble página en los diarios, que no dejen dudas sobre sus reales intenciones, si en verdad esas intenciones existen y dominan su interés, porque en los círculos empresariales se comenta que él habría dicho en varias reuniones privadas que esta es una oportunidad para reivindicarse y reivindicar a su familia.
Con ello, no habría ya por donde atacarle y sólo quedaría un lado por donde intentar inhabilitarlo que es en el aspecto intelectual, tal vez un hándicap frente a las élites de la sociedad, pero sin sabor alguno en los grandes núcleos de población donde esa pretendida deficiencia es un atractivo que enardece a las multitudes y a aquellos que ven en un cambio de mando una esperanza nueva; una razón para no caer en la desesperación y el caos. Pero dudo que lo haga.
Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
El Caribe / http://elcaribe.com.do/site/opinion/culumnista/291065-la-columna-de-miguel-guerrero.html
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