SANTO DOMINGO. Mientras Francis Medina conciliaba el sueño, a pocos metros un perro luchaba con todas sus patas por sobrevivir. El animal fue lanzado por desconocidos desde el puente Gregorio Luperón al río Ozama (en La Barquita) con la aparente razón de liquidarlo.
Alrededor de las 2:00 de la tarde de este lunes dos hombres, según testigos, llegaron hasta el puente con el perro y lo lanzaron sin vacilar. De inmediato se marcharon y desde ese instante la vida del can comenzaba a extinguirse.
"¡Miren, miren. Hay un perro en el río!", vociferó una persona señalando las pocas partes del animal que podía mantener a flote. Luchaba incansablemente por no hundirse, aunque por momentos el intento no resultaba.
El fotógrafo Rubén Roberto y quien suscribe abordamos un buque oxidado que se encontraba en la orilla y desde allí intentamos llamar la atención del perro para que nadara a su salvación. Quizás el golpe al caer lo aturdió porque nadaba en círculos, con sangre por sus ojos, una pata dislocada y una soga al cuello.
"Tira una madera amarrada para que se agarre", indicó un extranjero que comandaba la destarlada nave a otro. La operación fue un éxito, pero el animal dejó ir su salvación.
Ya habían pasado 30 minutos y el perro parecía que llegaba a su fin.
De pronto, Francis (18 años) siente una mano en su espalda que le grita "¡corre, corre, hay un perro ahogándose!". Era Benger (14 años) que se quitaba la ropa para lanzarse al agua. Ambos, sin pensarlo dos veces fueron al rescate del can.
El animal estaba a una distancia de por lo menos 200 metros de sus posibles rescatistas. Cuando faltaba menos de 100 metros el perro se hundió... el aliento de los presentes dejó de escucharse, un silencio sepulcral enmudeció las decenas de personas que desde el puente gritaban. Algunos segundos después el perro volvió a flote y la multitud ovacionó.
Por fin los noveles rescatistas alcanzaron al animal. Quizás el instinto de supervivencia empujaron al herido a reaccionar de forma agresiva, hasta que Francis lo acarició un par de veces y la rabia cesó.
El nado hasta la orilla parecía que no se haría porque los dos jóvenes estaban cansados. De pronto un hombre apareció en una lancha y ayudó con el rescate. El perro en tierra quedó inmóvil, temblando, asustado, parecía una estátua canina.
Tengo un perro y me duele ver el abuso con lo animales. Me tiré al agua porque si fuera el mío haría lo mismo", contó sofocado Medina, quien cría animales de este tipo desde hace varios años.
Recuerda que hace dos años una señora se lanzó al agua y la rescató, por lo que esta no fue la primera vez que hizo la labor de socorrista, aunque confiesa que el regocijo por hacerlo es cada vez mayor.
El perro ahora está en manos del autor de la historia y como renació desde hoy, habrá que bautizarlo. ¿Què nombre sugieres...?
MANAURI JORGE / FOTO Y VIDEO RUBÉN ROBERTO
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