Ya está aquí. Asumido, entendido, adoptado plenamente. La palabra sicario, el término con todo lo que implica, es ya un vocablo común en la prensa dominicana, en el habla diario de los ciudadanos.
Si al principio lo asociábamos a bandas de narcotraficantes peleando su territorio y su cuota de poder en uno de los "negocios" más lucrativos del mundo, ahora parecería que el sicariato ha abierto otras líneas de negocio. Para "arreglar" cuentas de abogados, litis de tierras, despechos personales...
Sicario es eso, un asesino a sueldo. Y en contra de lo que podría pensar el ciudadano común, parece que abundan, y que no es difícil contactarlos.
Queda la impresión de que las fuerzas del orden han perdido demasiado tiempo, empeñadas en convencer a la población de que la guerra a la delincuencia se estaba ganando, que los crímenes disminuían, y que todo era una cuestión de percepción. El empecinamiento en insistir que el problema aquí era de "raterismo", de robo de abanicos, nos mantuvo demasiado tiempo mirando para otro lado.
Somos una sociedad asustada. Tenemos miedo, y es un miedo bien fundado. Nos asaltan delincuentes y policías delincuentes, que es lo mismo, y que tienen a su favor el uniforme y el arma y una insitución más que cuestionada. Nos asaltan de día, de noche, en casa. En los semáforos, en los cajeros, en las aceras, en lugares públicos y en puntos solitarios. Y en todos los escenarios, la misma sensación de indefensión y de desamparo.
Inés Aizpún
IAizpun@diariolibre.com
Diario Libre.com
http://www.diariolibre.com/opinion/2014/05/01/i590441_sicarios.html
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