Es duro levantarse un lunes por la mañana y encontrarse con las opiniones de un individuo que debería estar al servicio de la sociedad dando consejos, ideas y estrategias para que la corrupción, la impunidad y el desorden se mantengan en la patria de uno.
Utilizar un medio de comunicación y tus influencias en él para aupar y aplaudir la permanencia de una pandilla de gánsteres que asaltaron el Estado hace once años y que pretenden mantenerse ahí por otros 29 años, es la peor de las canalladas que pueda usar un profesional, un intelectual del cual se esperan otras actitudes en beneficio de la colectividad a la que pertenece.
Este individuo es un ejemplo que da razón a aquellos comandantes que cuando asumen el poder en una nación que ha sido peleada, su primera acción es fusilar a esta lacra altamente educada. Escudados detrás de un disfraz de demócratas, cualquier inicio de semana laboral se les chispotea su compromiso, el contubernio con el autoritarismo aferrado al poder; y quedan desenmascarados por el favoritismo que muestran frente a sus lectores, poder que les retribuye pingües beneficios a sus patrones y a sí mismo, aunque ese camino solo conduzca a la anomia social.
En vez de pedir ética y marco legal para las actividades políticas, da sugerencias de cómo conseguir más barata la permanencia de la cleptocracia gobernante. ¡Qué vergüenza!
Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana
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