Por lo general se afirma que la baja recaudación del fisco obedece a que la presión tributaria es baja en el país, pero esa insuficiencia tiene otra faceta: la forma no transparente y a veces dispendiosa en que se gasta lo recaudado, una conducta que resta al Estado autoridad para tratar de recibir mayores tributos. Además, estamos hablando de un Estado que debido a sus fallas e insuficiencias, obliga al ciudadano, jefes de familia y proyectos empresariales a gastar más para llenar el vacío de malos servicios públicos que les deben ser garantizados con los tributos que pagan.
Además, el Estado se destaca como dispendioso, tanto en el gasto corriente, los salarios altos y empleados innecesarios, como en realizaciones, detalle que llamó la atención del expresidente Mujica, hasta el punto de decir que se asombraba de lo mucho que se hacía en este país a pesar de tan bajas recaudaciones. No miró el señor Mujica hacia el endeudamiento conspicuo que causa la imagen de poder gastador del Estado.
Esto es motivo de incertidumbre porque el Estado, que no logra mejorar sus ingresos, se inclina por cubrir sus déficit cogiendo más dinero prestado mientras elude un consenso para una reforma o pacto fiscal que le garantice más ingresos, pero que también garantice a la nación que lo recaudado se gasta bien.
Editorial Hoy
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