El presidente Leonel Fernández debería recibir como útil y sano consejo, el contenido de una crónica del diario Hoy, firmada por el periodista Adalberto de la Rosa, que lo define como un mandatario que habla poco con la prensa local y privilegia a la extranjera.
Es enteramente cierto que el Presidente interactúa con los reporteros de manera muy esporádica y sólo cuando desea referirse a un tema de su conveniencia.
No se aspira a que el Jefe de Estado converse todos los días con los periodistas que cubren la fuente del Palacio Nacional, pero es notable la ausencia de la opinión presidencial en temas cruciales de la agenda nacional.
La mayoría de las notas periodísticas sobre lo que expone el presidente Fernández se extraen de sus comparecencias en algunos actos públicos o en foros internacionales.
La ciudadanía espera y cree merecer el enterarse del parecer del Presidente sobre asuntos como la crisis eléctrica, inseguridad pública, auge del narcotráfico, desempleo y hasta recabar su opinión sobre el Mundial de Fútbol o la concluida serie final de la NBA.
En las pocas veces que el mandatario conversa formalmente con la prensa local lo ha hecho con directores de medios o periodistas previamente seleccionados por la Dirección de Prensa del Gobierno, lo que también entraña sutiles formas de privilegios.
Con el argumento de no ser un Presidente parlanchín, el doctor Fernández mantiene prolongado alejamiento con la prensa que puede interpretarse como un no declarado divorcio con la población.
Esa veda presidencial convierte al Gobierno en coro desafinado en el que cada funcionario ofrece versiones diferentes o contradictorias sobre un mismo tema.
La prensa nacional reclama mayor accesibilidad hacia su principal fuente de noticia, que no es otra que la que encarna el Presidente de la República.
Al doctor Fernández le haría bien ser percibido por la población como un presidente de carne y hueso. No como un ente inalcanzable.
Editorial de El Nacional
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