Para empezar, eliminemos un par de Ministerios absolutamente innecesarios. El de la Juventud, en primer lugar. Otorgar al Despacho de la Primera Dama un presupuesto razonable y no el que tiene ahora, ahorraría otro pellizco. Vender los muñecos del Zooberto en E-bay no aportaría mucho, pero todo ayuda y nos ahorraríamos los sueldos de los guías disfrazados de exploradores que "explican" a los niños que el elefante es el gordo y la jirafa la del cuello largo.
Las once o doce entidades reguladoras del transporte podrían ser refundidas en una sola oficina. (Claro, la tasa de empleo caería drásticamente, pero siempre podría pasarse ese excedente de personal a unas nóminas CB. Aunque... eliminando los sueldos de los militantes peledeístas ahorraríamos más).
El barrilito de los senadores y los fondos de los diputados podrían dedicarse a la factura eléctrica (para ayudar a sus votantes.) Sacando a concurso público las obras del Estado se consiguen mejores precios que asignándolas a dedo, y además se cumple la ley, todo un detalle. Y si los funcionarios bajaran las comisiones de los intermediarios del 30% actual al viejo y ya lejano 10%, ahorraríamos una fortuna.
Pero eso es soñar, y soñando nos puede pasar como a España: que por sorpresa alguien nos meta un gol que nos deje fríos.
Inés Aizpún
AM. / Diario Libre
AM. / Diario Libre
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