Tera Myers llevaba desde 2007 dando clases de Ciencias en Misuri
Un alumno descubrió que había participado en una película para adultos
La organización del instituto ha decidido apartarla de las aulas
UN ALUMNO LA DESCUBRIÓ
Myers tiene ahora 38 años y un avispado estudiante, amante del porno de los noventa, ha destapado el estigma que la persigue desde aquella época. La profesora se ha visto obligada a dejar su puesto en las aulas para pasar a desempeñar labores administrativas. Algo que ya sucedió en 2006, cuando no renovaron su contrato en otro instituto de Kentucky.
En aquella ocasión cambió su nombre por el de Tericka Dye, para que nada la relacionara con su pasado, aún así no pudo evitar que algunos compañeros suyos y varios padres de alumnos consiguieran que no se le renovara el contrato cuando se dieron cuenta de sus adultas interpretaciones. En el instituto de Saint Louis, Myers fue con la verdad por delante. El formulario sobre su historial laboral reflejaba su coqueteo con el cine X, pero nadie lo comprobó. Ahora, tras el descubrimiento de uno de sus estudiantes, su profesión se ha visto truncada de nuevo.
"Soy una chica que ha cogido caminos equivocados a lo largo de su vida, pero cualquiera que haya presenciado mis clases sabrá cuánto disfruto enseñando y cuánto me motivan mis estudiantes. Eso es lo que debería de primar, no mi pasado". Así de contundente se mostró Myers cuando se le cerraron las puertas de las aulas en 2006. Un año después comenzó a trabajar en el instituto que le dio otro portazo hace unos días.
Apoyo de profesores y alumnos
Tera Myers
Tera Myers ha sido apartada de la docencia durante lo que queda de curso y la han reubicado en la oficina de administración. Mientras tanto, profesores y alumnos defienden su causa. No entienden por qué una práctica legal, como es el haber aparecido en películas porno hace 20 años, puede condicionar el presente profesional de una "profesora ejemplar".
"Puedo decir que ella se preocupa por la enseñanza de sus alumnos y por nosotros", afirma a un periódico local, Grisel Escobar, una estudiante del instituto en integrante del equipo de voleibol, que afirma que Myers se unía a jugar con ellos en algunas ocasiones. "No creo que algo que haya hecho en el pasado merezca un impacto en lo que hace ahora", añade.
Algunas asociaciones pretenden auspiciar la causa de Myers mientras crece el debate sobre la legalidad de la decisión que ha tomado el instituto, donde sus responsables afirman que no la han echado, simplemente la han apartado de la docencia. El caso guarda reminiscencias con otro suceso similar ocurrido hace unas semanas en Nueva York.
Melissa Petro enseñaba arte a niños de primaria en el Bronx, Nueva York, y se vio obligada a renunciar después de confesar en un blog que había sido prostituta. Aunque ambos casos esconden actividades diferentes, una legal y la otra no, se trata de otro ejemplo donde el pasado ha influido en profesiones relacionadas con la docencia.
Petro lucha por la libertad de expresión al tiempo en que un comentario sobre su pasado ha conseguido acabar con su carrera. "La gente tiene derecho a expresarse libremente, pero también esperamos que nuestros profesores no olviden sus obligaciones como empleados públicos", afirmaron desde el Departamento de Educación.
Gonzalo Aguirregomezcorta | Nueva York
http://www.elmundo.es/america/2011/03/09/estados_unidos/1299689486.html
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