Inverosímil
Falconbridge Dominicana posee tres generadores de 66 megavatios cada uno y para encender sus hornos requiere de sólo 100 megavatios, pero en vez de operar esos equipos térmicos que funcionan con combustible “bunkers”, los ejecutivos de esa minera prefirieron optar por convertirse en cliente no regulado y adquirir directamente de los generadores energía con un 30 a 40 por ciento más barata.
El consumo de Falconbridge representa menos del 10 por ciento de la oferta cotidiana de energía eléctrica (mil 800 megavatios), pero su traslado desde el lugar donde operan las plantas generadoras hasta las instalaciones mineras, genera desestabilización en el sistema, como lo ha denunciado el vicepresidente de la Corporación de Empresas Eléctricas estatales (CDEEE), Celso Marranzini.
No se entiende bajo cuáles criterios técnicos, la Superintendencia de Electricidad otorgó permiso a esa minera para conectarse con el sistema global de distribución de electricidad si se sabía de antemano que esa conexión acarrearía graves dificultades. Tampoco se sabe por qué Marranzini no invocó su poder de veto a esa extraña resolución. Aunque Falconbridge ha dicho que proyecta convertir a gas natural una de sus tres plantas térmicas, ese proyecto parece lejano porque la empresa adquiere ahora energía relativamente barata suplida por la generadora Aes Dominicana.
Lo cierto es que el sector minero pretende extraer de la deficitaria oferta nacional de energía eléctrica, su enorme consumo de electricidad, pues la multinacional Barrick Gold, que opera la mina de oro de Pueblo Viejo, adquirió las plantas de Monte Río, Azua y las flotantes Seaboard, de San Pedro de Macorís, que antes suplían la demanda nacional, para cubrir sus necesidades operativas.
El sistema eléctrico nacional ha quedado diezmado con la disminución de 300 megavatios que suplían las plantas adquiridas por Barrick Gold y por los 100 megavatios que a precio por debajo del prevaleciente en el mercado le suministra Aes Dominicana a Falconbridge, por lo que esas mineras obtienen ventajas competitivas, mientras la ciudadanía y el sector productivo nacional sufren más apagones.
Es imperativo que las nuevas autoridades de la Superintendencia de Electricidad revisen las resoluciones que en relación a este extraño caso ha emitido esa entidad, porque a todas luces son contrarias a la racionalidad y lesionan de manera grosera al mejor interés nacional.
Editorial El Nacional
Caricatura: Cristian Hernández
http://elnacional.com.do/editorial/2011/4/6/79809/Inverosimil
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