Durante los últimos gobiernos del Presidente Leonel Fernández y del Partido de la Liberación Dominicana, se ha registrado un dramático y preocupante deterioro en la libertad de prensa y expresión de República Dominicana, sin que un proceso tan vistoso, ruidoso y llamativo sea percibido por muchos a los que les toca más de cerca y ni por ninguno de los que constituyen en sí mismos la prueba de lo dicho.
A Joaquín Balaguer, la prensa dominicana le hizo un nivel respetable de oposición, lo que no ocurre en la actualidad con el Presidente Leonel Fernández y los gobiernos del PLD.
Los gobiernos presididos por Leonel Fernández y el Partido de La Liberación Dominicana han dado al traste casi por completo con el periodismo crítico y esto no ha ocurrido casualmente, sino que forma parte de las estrategias deliberadas y conspirativas del Presidente Fernández contra la frágil democracia dominicana.
El Presidente Fernández eligió la prensa como una presa, para ser arrinconada, cazada y domesticada y lo ha conseguido en gran medida.
Aunque la abrumadora mayoría de los medios de comunicación son empresas privadas, en la actualidad, el Gobierno dominicano es el principal empleador de periodistas y tiene a su cargo la designación, a dedo, de las pensiones, algunas miserables y otras insólitamente jugosas, concedidas a los comunicadores, en retribución por la docilidad, el silencio, los aplausos y las adherencias políticas.
Tal vez por distracción mía, hasta el momento no he visto que el Colegio Dominicano de Periodistas haya abierto la boca para sentar su posición, formal, detallada, estructurada, en un tema tan trascendente para el sector que representa, como los pertinentes mecanismos institucionales que deben implementarse para pensionar a los periodistas. Ni ha repudiado la degradante práctica de las concesiones macuteadas.
Los periodistas constituyen uno de los grupos profesionales más desamparados del país, en términos laborales. Ni siquiera tienen dónde publicar sus quejas. Aprovechando su pobreza e indefensión, los gobiernos del PLD literalmente absorbieron el sector casi completo, como una aspiradora que recoge las motas de polvo del suelo, cargando a las espaldas del país, el pago a los periodistas para que callen, manipulen y desinformen.
Hay más de 2000 periodistas en la nómina pública. Algunos de ellos desempeñan labores de comunicación e información necesarias en el desenvolvimiento de la administración pública, pero la mayoría son botellas cotorriles, a las que se les da un salario-limosna para que no joda.
Desde el Palacio Nacional se orquestó en la presente administración una “Red de comunicadores con Leonel”, cuya membrecía alcanzó más de 2,500 miembros, muchos incorporados a la nómina pública y otros dedicados a pescar trozos de publicidad gubernamental, a cambio de incondicionalidad política.
También durante los gobiernos de Leonel Fernández ha aparecido en el escenario dominicano un clan de periodistas-tutumpotes, que como colectivo, tiene una manufactura peledeísta. Estos se han hecho ricos, muy ricos y hasta potentados con el dinero con que los domestica y alquila el Poder Ejecutivo.
Los gastos de publicidad del gobierno son descomunales, lo que impacta radicalmente la dirección de las políticas informativas de los medios.
Para el 2009 se señalaba que el gobierno de Fernández estaba gastando un promedio de más de 5 mil millones al año del presupuesto nacional en publicidad y propaganda, destinadas a la promoción y alabanza del Presidente y los funcionarios.
En la actualidad, los estimados rondan los 7 mil millones, sin contar los gastos formales de la campaña electoral recién finalizada, que dejó al país exánime y en una situación de emergencia.
Una parte del dispendio en propaganda fraudulenta y engañosa le correspondió a la primera dama, doña Margarita de Fernández, finalmente impuesta como vice-presidenta para el próximo periodo gubernamental y que fue promocionada con dinero público (al igual que el candidato oficial Danilo Medina, declarado ganador de unas elecciones amañadas).
La primera dama fue mercadeada, al estilo de una pasta de dientes o de un pote de ron, que hay que meter en un nicho de consumo, con una propaganda masiva, a la que se plegó la generalidad de los medios con una bobaliconería interesada.
Eso incluyó una mega campaña promocional de “valores” cívicos, que se contradecían escandalosamente con las actuaciones diarias del gobierno y de la propia protagonista de la farsa, con el pernicioso clientelismo, el mesianismo falsamente dadivoso y las caridades particularizadas que lastiman la institucionalidad del gobierno y la integridad del país.
La cobertura de los medios a las actividades presidenciales es penosamente limitada. Los periodistas que no son los de “confianza” y que hacen preguntas incómodas han desaparecido del entorno presidencial.
Los medios se limitan a reproducir sin cuestionar las notas de prensa servidas por el departamento de Relaciones Públicas, sin que parezca inquietar a muchos la idea de que un medio debía tener una versión que no sea la pasteurizada en palacio.
Hasta las fotos “independientes” hechas por el medio y no servidas oficialmente, se han reducido hasta casi desaparecer.
Lo que paga el gobierno para que prensa y periodistas se hagan de la vista gorda, deja unos magníficos dividendos ocultando las inoperancias gubernamentales, aparte de los desafueros en los casos de corrupción y mafias internacionales, como los que involucran al senador Félix Bautista, un socio cercano del Presidente Leonel Fernández y que no sólo atañen a nuestro país, sino que también afecta otros, entre ellos Haití.
En uno solo de los capítulos, la propaganda oficial, repetida acríticamente por los medios, se desgañitó cantaleteando las ayudas humanitarias otorgadas por el gobierno dominicano a Haití tras el sismo del 2010.
Con todo y que durante la pasada campaña electoral salieron a flote algunos detalles parciales sobre los jugosos y no del todo esclarecidos negocios que los benefactores del gobierno dominicano tenían en Haití, la verdad es que hasta el día de hoy no conocemos la dimensión exacta de las depredaciones realizadas en Haití por quienes sabíamos que robaban al pueblo dominicano, pero de quienes ignorábamos que se habían internacionalizado.
Gracias a la periodista Nuria Piera, una de las comunicadoras que mantiene una actitud inquisitiva, se pudieron conocer algunos entresijos de esos derricaderos.
Lo que se supo fue una pequeña parte. Y la prensa, al menos la tradicional, que hizo una muy escuálida cobertura de esos hechos, tiene la singular característica de carecer hasta de curiosidad.
Aunque los embates más extremos contra la libertad de prensa, ejecutados con la aspiradora es una estrategia definida e implementada sistemáticamente durante los gobiernos de Leonel Fernández, las responsabilidades no les son exclusivas. Ninguno de los partidos políticos que participan en la toma de decisiones en República Dominicana, ni ninguno de los otros sectores de poder, verdaderamente cree en la participación democrática, ni tiene compromisos con el respeto a la integridad y los derechos de los ciudadanos.
El liderazgo político está en manos de corporaciones y mafias delictivas, carentes de compromisos sociales.
Pero por el momento el colmo de la cosecha de periodistas subordinados al gobierno, le corresponde a Leonel Fernández y al PLD y el colmazo lo constituye don César Medina, periodista nombrado embajador en el extranjero, pero que habitualmente permanece en el país, para hablar sobre las eficiencias y honestidades del gobierno, justo de lo que él es un mentís, por tener su sede en la televisión y no en la embajada que le han adjudicado.
Sara Pérez
DIARIO DE LA CIGUAPA
acento.com.do
http://www.acento.com.do/index.php/blog/5454/78/Periodismo-en-RD-Informe-Meteorologico.html
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