El Ministerio Público ha iniciado diligencias para extraditar desde Polonia al sacerdote polaco Wojciech Gil (padre Alberto), acusado de incurrir en abuso sexual contra al menos ocho niños, mientras se desempeñaba como cura párroco de la Iglesia de Jánico, Santiago.
La jerarquía católica ha actuado de manera diligente al suspender a ese sacerdote, quien viajó a su país natal para disfrutar de sus vacaciones anuales, justo cuando un grupo de padres y dirigentes comunitarios acudió a la fiscalía de Santiago a querellarse por su supuesta inconducta.
Lo mejor sería que el padre Alberto retorne a Jánico para responder por las serias acusaciones formuladas en su contra, porque de lo contrario sería relativamente fácil reclamar su extradición por vía de la Interpol y el gobierno polaco, en razón de que el tipo de infracción imputada tiene la condición de crimen de lesa humanidad.
Debe recordarse que por doctrina jurídica, jurisprudencia y por mandato de la Constitución, el fiscal funge como tutor de los menores, en representación del Estado, por lo que está compelido a protegerlo por vía jurídica y a perseguir a quienes le inflijan daños físicos o mentales. El padre Alberto tiene que retornar. Y pronto.
Radar
El Nacional
http://www.elnacional.com.do/pagina-dos/2013/6/1/161470/Radar
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