Una elección que excluye la disidencia no es tal. No califica como tal. Para que sea elección como Dios manda, tiene que darse con absoluta libertad el juego entre la anuencia y la disidencia. Lo que el PRD celebró el domingo se caracterizó por las exclusiones y el entorpecimiento del ejercicio de los disidentes. Hubo excesivo uso de las armas para imponer medidas disciplinarias que entorpecieron el acceso a los centros de votación, fundamentalmente de los disidentes. Hubo disparos que hirieron a por lo menos quince personas.
Hubo uso excesivo de la fuerza también contra los periodistas. Algunos fueron agredidos de manera brutal y vergonzosa. Lo que realizó el domingo el PRD fue un acto antidemocrático como pocas veces. La hostilidad contra los comunicadores trae a la memoria épocas superadas, en las que fue inusualmente difícil el trabajo de muchos periodistas. Hablamos de épocas en cuya superación el PRD de entonces asumió un indiscutible liderazgo.
El hecho de que hubiera vergonzoso encono y entorpecimiento contra disidentes, hace que el PRD se vea cada vez más dependiente y subordinado a su directiva formal, manteniendo una guerra permanente contra otras manifestaciones del perredeísmo histórico. En una democracia, un partido con vocación de poder no debería exhibir tanta vocación antidemocrática.
Editorial Hoy
Hoy.com.do
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