A nadie debe sorprender lo ocurrrido durante la recién pasada "convención" del Partido Revolucionario Dominicanao. Las evidencias fueron acumulándose durante meses, diseñando con anticipación el espectáculo puesto finalmente en escena.
La democracia, ese cardinal concepto que el uso espurio ha prostituido, fue la convidada de piedra a la farsa del domingo. Durante todo el tiempo del montaje se la relegó incluso al más oscuro rincón del trastero de las apariencias. La “convención” consumó su escarnio.
En el alud de opiniones que provoca cada disturbio perredeísta, resaltan esta vez las que decretan la definitiva muerte del partido. Quizá resultaría más certero hablar de sepultura, porque muerto está desde el momento mismo en que la visión empresarial y el oportunismo político se adueñaron a capa y espada de sus estructuras y de su discurso.
Seamos realistas. Los “resultados” convencionales no complican la situación, la definen de una vez por todas. Solo los muy lerdos podrían no ver que constituyen el abono aportado por el “miguelismo” a la navegación de la corporación PLD por mares con vientos cada vez más a su favor.
Quizá sobre suspicacia, pero un reciente artículo de prensa de uno de los más conspicuos publicistas del presidente “reelecto” del PRD, convence de que los grumetes miguelistas se empeñarán a partir de ahora, logrado el objetivo de la hegemonía, en cumplir su faena en la buena navegación no del PLD, sino y particularmente, de Leonel Fernández.
Siendo así, no andará descaminado quien sustente –a luz de lo sucedido— que la “reelección” de Vargas Maldonado es parte del compromiso sellado cuando, sin ser máximo dirigente de la organización y desconociendo todas las jerarquías institucionales, fue uncido interlocutor por Leonel Fernández, con quien firmó el malhadado “Pacto de las corbatas azules”.
“La pregunta pertinente ahora es si los últimos golpes recibidos y lo que puede ser un panorama interno adverso, además de la virulencia con que lo enfrentan algunas entidades de la sociedad civil y el sector perredeísta de Hipólito Mejía, serán suficiente embestida para que el León no pueda rugir, como a él le gusta decir, en el futuro inmediato de la constelación política nacional”, escribió el íntimo publicista de Vargas Maldonado, deslumbrado por el metro, los elevados, las autopistas… apuestas todas por una “modernidad” de la que Funglode es la guinda.
Si las encuestas no mienten, y no suelen hacerlo, el destino político de Vargas Maldonado es ser centrifugado de la memoria social. Él y sus seguidores lo saben. Por eso desde hace mucho la política no tiene para ellos propósito transformador alguno. Esto explica el desenfadado striptease del pasado domingo.
Margarita Cordero
LA OPINIÓN DE LA DIRECTORA
Editorial 7dias.com.do
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