A estas horas en toda Latinoamérica se sabe y se ha visto a través de vídeos lo que el precandidato presidencial del Partido Republicano Donald Trump es capaz de hacer. En la rueda de prensa de Iowa (EE.UU.), Trump, con toda la arrogancia y prepotencia anglosajona que le caracteriza realiza un gesto con su boca para que uno de sus perros guardianes saque de la sala a uno de los periodistas más respetados y queridos en toda América Latina, el mexicano Jorge Ramos.
Una humillación realizada aposta contra un periodista de la cadena Univisión y sin ningún miedo a las consecuencias. El gorila blanco lo conminó a salir y lo empujó. Trump estaba feliz de la canallada cometida.
Jorge Ramos demostró -aunque es la primera vez que lo echan de un lugar- que es un profesional, a pesar de la infamia cometida en su contra no guardó rencor, volvió a la sala de prensa (el equipo de campaña de Trump advirtió el lío en que se había metido su jefe y lo invitó a entrar de nuevo) a realizar su trabajo y a encarar al facista.
Donald Trump no está calificado para ser candidato presidencial, mucho menos para ser presidente de los Estados Unidos.
Solamente habría que imaginar lo que sucedería si este energúmeno osara, como Presidente, dirigirse en términos similares contra el ruso Vladimir Vladimirovich Putin, contra el líder supremo de Irán Alí Jamenei o contra el norcoreano Kim Jong-un.
Estoy de acuerdo con la teoría que algún norteamericano ha expresado, Donald Trump no está para encabezar las portadas de los medios de comunicación, es un showman ideal para figurar en las páginas de entretenimiento.
Juan Santos / Desde La República Dominicana
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