La cleptocracia gobernante (robada a DLRD) tiene excelentes relaciones con el gobierno español, incluso con el Grupo Aprisa, dueño del periódico El País, diario que contribuyó a la campaña sucia contra Hipólito Mejía y se desbordó en elogios para Margarita Cedeño y Danilo Medina en los comicios presidenciales de 2012. Leonel Fernández incluso, es asociado al grupo, cuando era Presidente de la República firmó un acuerdo con el diario El País y el Grupo Aprisa para su Funglode, un intercambio de asesoría, mediatismo y "cultura".
Pero, tenemos problemas con nuestro embajador en España, no tiene tiempo para ocuparse de compartir con los periodistas españoles que nos visitan a hacer reportajes y hacerles ver que las cosas no siempre son como parecen. Nuestro diplomático pasa más tiempo en Santo Domingo atendiendo sus negocios particulares que en la sede de la embajada en Madrid. Cuando está en Madrid, vive más pendiente a los chismes del patio, a escribir seis artículos semanales para un periódico local y para colmo; ahora se ha enfrascado en la publicación de un libro que pronto saldrá a la luz pública, está en todo y en todas menos en atender sus funciones para las cuales se le paga un enorme salario en euros. Necesitamos urgentemente un embajador de verdad en España.
El 15 de agosto de 2012 su jefe político en su despedida temporal, donde nos amenazó (a los dominicanos) con un hasta luego, nos dijo que nos dejaba un Nueva York chiquito, un país lleno de progreso y moderno.
Leyendo el reportaje de el diario 'El País', en la sección 'El Viajero', algo está mal. O Leonel Fernández nos mintió cuando nos dijo lo que dijo, o nuestro embajador no tiene tiempo de ocuparse de dar a conocer a Santo Domingo y sus ciudadanos a los medios de España.
Vean por ustedes mismos más abajo compatriotas lo que se está leyendo en todo el mundo sobre nuestra capital y sobre nosotros en el periódico #1 de habla hispana de todo el globo terráqueo, la opinión que tiene del Nueva York chiquito y del carácter de los dominicanos.
Nota: No incluyo los negocios que se promocionan en el artículo ya que a la mayoría de ellos no los conozco, tampoco los considero representativos de lo mejor de nuestra capital ni de nuestro país. Quiero dejar constancia que me dio mucha vergüenza la opinión del periodista, eso sí, se la respeto y está en todo su derecho.
Norma Cabrera de Polanco / Para Desde La República Dominicana
Músicos en una plaza de la Zona Colonial de Santo Domingo (República Dominicana). / GETTY
Guía 'El Viajero' Santo Domingo
La Primada de América fue una vez la joya de las colonias españolas. Hoy Santo Domingo es una ciudad que creció sin permiso, un revoltillo de hormigón, hierro y palmas que apenas genera lo suficiente como para mantenerse a sí misma a flote. Para muchos turistas, que se decantan por la oferta playera del país en sus costas norte y este, la capital muchas veces ni figura dentro del listado de puntos a visitar. Para quienes la incluyen, el paseo se limita muchas veces a la Zona Colonial, ese vestigio de presencia española conservado frente al Río Ozama, la frontera entre dos Santo Domingos muy distintos. ¿Se pierden mucho?
Absolutamente. Si bien la ciudad tiene poco que ofrecer en cuanto a belleza arquitectónica, centros artísticos e hitos históricos, recorrerla y vivirla por unos días ofrece algo aún más valioso: toda una experiencia a un precio extremadamente razonable si se viene con euros. Los cuatro millones de habitantes de la Primada crean un microcosmos variopinto en donde es posible experimentar esa joie de vivre que ha hecho tan famosos a los dominicanos en el extranjero; esa amabilidad que no es cortesía, sino confianza inmediata; esa inclinación por dominicanizar todo lo que llega de fuera, sea comida, música o deporte.
La ciudad está dividida en cuatro partes: está el Distrito Nacional, el centro económico, social y político del país, con los códigos postales más anhelados. Santo Domingo Oeste y Norte, menos poblados, son las zonas residenciales más desfavorecidas. Santo Domingo Este, también conocido como la Zona Oriental o el otro lado del puente, es un universo autocontenido que incluye grandes puntos de ocio, desde discotecas al estilo Las Vegas hasta moteles... al estilo Las Vegas, también.
Al contrario que en otras ciudades donde cada barrio tiene una identidad relativamente homogénea, aquí impera más bien la ambigüedad. Por esto mismo, el viajero debe extremar la precaución al moverse por Santo Domingo. Pero dejando de lado la seguridad, vale la pena entregarse a la magia de un paseo dominical por las calles de Gazcue, sacadas de una foto de 1950; al lujo comercial de Piantini; al trasiego del Mercado Modelo y a la posibilidad de hacer nuevos amigos instantáneos sentado en una acera, tomando una Presidente fría frente a una tienda de licores, mientras no deja de sonar música caribeña.
El Viajero / El País
elpais.es
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2013/05/03/actualidad/1367605786_291411.html