El pueblo dominicano está observando una deformación de la democracia en la cual las sustituciones de los funcionarios, elegidos o designados, cuando deben ser sustituidos, "recomiendan" a un pariente, o la organización política sugiere a uno.
El caso más reciente es el de Amable Aristy Castro que fue sustituido en la Liga Municipal Dominicana por su primo y asistente de muchos años Fidias Aristy.
Ahora, si se muere un senador lo sustituye su hijo, su hermana o su viuda.
Es como si los cargos formaran parte del patrimonio personal del fallecido y cayeran dentro de la masa hereditaria.
Por supuesto, esto es una burla al electorado y una degeneración del accionar de los partidos que posternan a un dirigente meritorio para premiar el lazo familiar del sustituido.
Las democracias hereditarias no existen, o no debieran existir. El hecho repugna al concepto mismo de democracia y destruye la base de la participación política.
La democracia se basa en cierta medida en el mérito: mérito político, mérito partidista o mérito profesional. Un verdadero partido no puede, sin negar su razón de ser, promover una situación que rompe el lazo que debe existir entre el militante y la organización para privilegiar una cooptación hereditaria.
Peor aún, si esto ocurre por un concierto de partidos que abandonan sus principios para prohijar una situación evidentemente anómala, que podrá ser definida de cualquier manera, menos de democrática. Qué siga el entierro.
Adriano Miguel Tejada
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