Combustibles
La maniobra ha sido muy evidente. Ninguna otra causa explica la decisión del Ministerio de Industria y Comercio de no dar a conocer ayer antes del mediodía los precios de los combustibles, como acostumbra desde un principio, para evitar el titular y, de paso, la indignación.
Desde que se aprobó la Ley de Combustibles, las variaciones de precios, que se calculan sobre la base de un promedio de la prima del dólar y la cotización de los derivados del petróleo, son informadas habitualmente los viernes a media mañana. Y cuando a las autoridades por una razón u otra les ha convenido lo han hecho con más anticipación.
Como uno de sus tantos servicios, El Nacional ha publicado siempre en su primera página del día las alzas, reducciones o el congelamiento de los precios. Muchos consumidores tienen este medio la fuente para enterarse y por ende tomar sus previsiones con relación a los carburantes.
Sin embargo, como es posible que el Gobierno no quería que se conociera desde temprano el alza que había introducido a partir de hoy en los precios de los carburantes, retuvo la resolución en tal sentido. A todas luces una maniobra con la que resta transparencia a la aplicación de la Ley de Combustibles.
No se trata, por demás, de una maniobra censurable. Congelar los precios sin importar el comportamiento del mercado, que habitualmente se realiza más por conveniencia política que de otra índole, se aparta de la esencia de la legislación, que es despolitizar las decisiones.
El Ministerio de Industria y Comercio ha insistido en una maniobra que raya en lo burdo. Al complejo procedimiento para calcular las variaciones y determinar los precios se agregan unas retenciones que, además de contrastar con la eficiencia, también afectan a los consumidores.
Si reiteradamente se juega con la Ley de Combustible, a El Nacional no le extraña que se haga lo mismo con la tradición en que se había convertido la difusión los viernes antes del mediodía de la resolución sobre los precios. Máxime, cuando han de anunciarse alzas que chocan con el comportamiento de los precios de los carburantes y la estabilidad monetaria.
Razones, pues, hay para indignarse con una práctica burda.
Editorial El Nacional
Caricatura: Cristian Hernández
El Nacional.com.do
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