Sin vergüenza y sin respeto. Esas sustracciones a la dignidad y a la conducta se convierten en sumas exorbitantes de riqueza y poder para los personajes que medran en la política, como bien lo demuestran cada día individuos que hasta hace un par de lustros fueron tan comunes y corrientes, tan humanos como cualquiera de nosotros.
La paradoja es tremebunda, pero ya es un axioma que mientras más sinvergüenza e irrespetuoso, mientras más desalmado (dado que vergüenza y respeto son asuntos del alma), sea el político cabecilla mayor progreso y poder conseguirá para él y su pandilla, una pandilla que –en el caso que nos ocupa, aunque es un remedo de las pandillas callejeras comunes— no es cualquier pandilla, porque estamos hablando de una pandilla gubernamental, una pandilla que en nuestra República Dominicana está por encima de todos y de todo.
Una pandilla que demostrará que, contra viento y marea, impondrá una carga fiscal mayor para sostener su feudo, haciendo uso de la sinvergüencería y el irrespeto que caracteriza su desalmada conducta.
Hay que ser muy sinvergüenza para luego de pasar años pregonando crecimiento económico, estabilidad y progreso a niveles que envidiaban las grandes naciones o pasar largos meses prometiendo que como presidente repartiría al pueblo hambriento las riquezas creadas por el capataz anterior para, de buenas a primeras, salir a decirle a ese mismo pueblo hambriento que tras los profundos estudios hechos en los primeros 21,600 segundos al frente del gobierno se pudo establecer que, en lugar de recibir, el pueblo tendrá que aportar más dinero para evitar que el Estado responsable de su miseria se hunda en el hoyo económico que con tanta irresponsabilidad e irrespeto cavó.
Se necesita irrespetar mucho a la sociedad, a la familia, a los amigos (si acaso tienen amigos sinceros) y hasta a la profesión que dicen tener, nada más y nada menos que la de economistas, para, con las mismas caras –me refiero a las de Danilo Medina y TemístoclesMontás— que usaron para engatusar a los pendejos decirles ahora a esos mismos pendejos que Leonel Fernández los puso a ver como crecimiento lo que en realidad era un hundimiento de la economía.
Solo parapetados en un horrendo irrespeto pueden Danilo y Temístocles hablarles a los pendejos de que lo único que puede salvarlos de hundirse más en su miseria es aceptar que le claven otra reforma impositiva.
Insisto, tienen que padecer de ausencia de vergüenza y de respeto para hablar como lo hacen, porque de no tener esas carencias se cae de la mata la pregunta: ¿qué economistas son Danilo y Temístocles que no se dieron cuenta hasta hace mes y medio atrás del hoyo que otros economistas advirtieron que comenzó a cavarse aceleradamente desde 2007 en adelante?
Sería interesante hacer un recuento de cómo el despojo de la vergüenza y el respeto han dado riqueza y poder no solamente a los políticos profesionales, justo es decirlo, sino a muchos periodistas que eran casi pobres de solemnidad hace un par de lustros. Algunos que yo conozco realmente eran dignos de pena, capaces de tomar las armas si en esos años el gobierno hubiese hablado de poner impuestos a las tripitas y al pico y pala, pero hoy son orgullosos potentados que se matan con cualquiera que muestre oposición a la sexta reforma fiscal que el gobierno que está en su noveno año consecutivo impondrá porque su gula no se satisface.
Bueno, en otra oportunidad hablaremos del asunto. Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
Rafael Calderón
Entre Usted y yo
Periodista dominicano residente en Nueva York
7dias.com.do
http://7dias.com.do/app/article.aspx?id=128442
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