Durante los últimos ocho años los dominicanos se acostumbraron, a causa de su proverbial desidia, a observar estoicamente cuanto se les ocurriera al clan gobernante. De nada sirvieron la Constitución y las leyes. Todo les fue posible. En todo ese periodo apenas una o dos veces se cumplieron las metas del presupuesto nacional y el déficit, en constante aumento, se cubría cada año con enmiendas a la ley del gasto y, por supuesto, con nuevos e irritantes parches tributarios, para permitir los largos periplos turísticos presidenciales, los “barrilitos”, los bonos a los congresistas por cualquier pretexto, las odiosas e improductivas “nominillas” y los humillantes repartos de alimentos y electrodomésticos que el presidente Fernández entregaba personalmente, denigrando así la dignidad del cargo.
Como se puede ver, muchos todavía en esa pequeña esfera piensan tal vez que se puede continuar en lo mismo. Ese puede ser un error que puede traer consigo un alto precio. Muchas cosas han cambiado y una de ellas es la percepción generalizada de que la francachela oficial ha sido la causa de la crisis que nos agobia. Las expresiones de rechazo a la tentativa del gobierno de imponer una reforma fiscal basada solamente en nuevas cargas impositivas abrumadoras sin tocar sustancialmente el excesivo gasto público, podría estar empujando a una confrontación más allá a las expresiones de repudio que se leen diariamente en los medios.
El problema radica en la sensación cada vez más arraigada de que los enormes recursos que generaría esta reforma tienen como propósito preservar el nivel del gasto que condujo al déficit histórico de 187 mil millones que abate la economía y erosiona el porvenir. Para de esta manera proteger a los responsables que aún forman parte del gabinete, como si en el país no hubiera otra gente en condiciones de asumir esas posiciones. Nos aguardan días difíciles.
Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe
http://www.elcaribe.com.do/2012/10/29/nada-sirvieron-las-leyes
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