Presidente Danilo Medina.
Se pueden hacer, básicamente, dos tipos de reforma fiscal: una, que contribuya a relanzar la economía por medio de más recursos para un Estado más racional, al mismo tiempo que promueve la inversión privada y facilita la acción de los agentes económicos.
La otra, es simplemente un aumento de las recaudaciones aunque todo lo demás se afecte incluyendo la gobernabilidad democrática.
Con esta última, el Gobierno sigue tan campante como el hombre aquel, se crea recesión, se matan empleos así como la posibilidad de un mayor desarrollo económico de la nación.
Con su propuesta, el gobierno del presidente Medina parece haber escogido este último camino y se está clavando el cuchillo como Chacumbele.
Por ejemplo: el presidente Medina ha hablado de aumentar los turistas a unos diez millones. ¿Querrán venir los turistas a un país mucho más costoso para ellos, con un clima social enrarecido y con pobreza creciente?
Si bien es cierto que se mantendrán los incentivos al sector turístico, nadie podrá evitar el aumento en los costos que traerá la reforma. Si la temporada del año que viene ya está vendida, ¿quién absorberá los mismos? No se espanten si cadenas hoteleras comienzan a salir del país.
Así, se pueden repasar casi todos los renglones de la actividad económica y se verá que ninguno sale favorecido con la reforma. Entonces, ¿cómo plantearse una reforma que no crea ganadores, sino sólo perdedores? Todavía estamos a tiempo para pensarlo.
Adriano Miguel Tejada
atejada@diariolibre.com
Diario Libre
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