Hay mucho de griego en Miguelito. Su mirada de minotauro moribundo, su gravedad de filósofo estoico, su parquedad de espartano. A pesar de haber triunfado en los negocios, de tener palacios como Creso y montones de oro como Midas, Miguelito no es feliz.
Miguelito no es un héroe, es un protagonista de tragedia. La suya no es de las que aparecen en la primera plana de El Nacional: Es clásica, arquetípica, íntima. En realidad, Miguelito no lucha contra Hipólito o Danilo, sino contra sí, contra sus fantasmas o, lo que es lo mismo, contra su destino.
Del destino, no se escaparon ni Creso ni Midas. La tragedia de Miguelito (su diminutivo recuerda la impotencia de los hombres frente al destino) es que su sentencia se la repite, cada mañana, su imagen desde el espejo. Miguelito es su propio oráculo, que en silencio recalca: “Soy rico como Creso pero no soy rey. Soy rico como Midas y mi oro tampoco calma mi sed”.
Sus derrotas en elecciones o convenciones no son su tragedia, sino los escenarios en que ésta se desarrolla. El drama de Miguelito - como las de Esquilo - conmueve.
Hay en él la dualidad que nos caracteriza a todos: Tesón y desamparo, arrojo y frustración, en suma, Eros y Tánatos. Ignora, como Creso, que el liderazgo cuya destrucción se prometió es el suyo.
Sabe, como Sísifo, que por más que insista en subir, el terrible origen de sus ambiciones lo arrastrará, como una gran roca, una y otra vez, al fondo del abismo.
La tragedia de Miguelito bien hubiera podido ser la obra maestra de Sófocles o el complejo con el que Freud se salvó del olvido.
Pablo Gómez Borbón
Acento.com.do
http://www.acento.com.do/index.php/blog/7584/78/El-drama-de-Miguel-Vargas-Maldonado.html
Sisyphus by Franz von Stuck, 1920: http://www.utexas.edu/courses/larrymyth/11Hades.html
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