La actitud asumida por Miguel Vargas y su grupito, luego de ser derrotados en la última Convención del PRD, fue la de desplegar todas sus energías para provocar la derrota del candidato de su propio partido, Hipólito Mejía. Sabían que esa derrota era su única oportunidad para seguir obteniendo prebendas y recursos de un PLD obsesionado por su viejo proyecto de destrucción del PRD. En esencia, el grotesco incidente del pasado domingo es consecuencia de esa aberrante conjugación de intereses.
Contribuyó también a que se produjese tan horrible incidente, la actitud de Mejía, quien quizás mal aconsejado, no tomó la determinación de expulsar a Vargas durante la campaña electoral. Creyéndose seguro ganador, pensó que una vez obtenido su triunfo podría expulsarlo sin ninguna consecuencia. No haber producido la crisis en el momento en que mejor se encontraba, permitió que la labor de zapa de Vargas se potenciara con el triunfo de Medina y por las urgencias de Leonel de destruir al PRD y con él, toda oposición a su proyecto de poder.
El PRD ha sido reiterativo en escenificar cruentas luchas fratricidas, pero estas siempre se desarrollaron sin que, como ahora, de manera determinante interviniesen fuerzas externas. Ese peligroso papel lo ha jugado un PLD que se fundó con la clara intención ideológica de destruirlo. Ahora, son razones políticas las que impulsan esa vieja intención, porque necesitan destruir el único partido con capacidad de oponerse con éxito, al proyecto de retorno de Leonel y a la perpetuación del PLD en el poder.
El cinismo, la corrupción que impera en determinados medios y en los hacedores de opinión, hacen posible que sin pudor alguno muchos minimicen, ignoren o insistan en borrar de la memoria política del país, los hechos que en esencia han sido determinantes del incidente del domingo, el cual es esencialmente parte de una serie de acciones que se concatenan. La mezquindad o la ceguera política de otros contribuyen a que su análisis del problema se limite al aspecto fenomenal, aparente, del referido incidente.
Minimizan el hecho de que Miguel Vargas y su cáfila violentaron esenciales procedimientos éticos e institucionales para mantener su proyecto. Que desconoció la lista de elegidos en la Convención, suprimiendo de ella a más de seiscientos elegidos, sustituyéndolos por novecientos “miembros”, entre los que se cuentan muchos sin militancia alguna y otros inscritos en los padrones del PLD y del PRSC.
Pocos dicen que esa lista fue depositada por Vargas y recibida, aparentemente conforme, por la Junta Central Electoral y ésta no ha tenido el pudor de aclarar esa circunstancia. Tampoco, que el TSE se ha inmiscuido en el conflicto de manera afrentosamente parcializada, reconociendo como legítimo la integración de un Tribunal Disciplinario partidario, sin que este lo aprobara el CEN, organismo que no se ha convocado en más de un año.
Esos atropellos a la institucionalidad partidaria, esas expresiones de convivencia del grupo Vargas con el partido/Estado para desnaturalizar el PRD, constituye una forma de violencia, que han provocado la indignación de esa mayoría perredeísta que apeló a la fuerza como último recurso para recuperar su casa, sus memorias y sus símbolos.
César Pérez
Hoy Digital.com.do
http://hoy.com.do/opiniones/2013/1/29/464765/Los-responsables-de-la-crisis-del-PRD
Caricatura: Harold Priego
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