Leonel Fernández.
De aquel Leonel que, entre 2000 y 2001, desafió a Hipólito como un gallito, queda muy poco. Este de ahora prefiere echar a perder la carrera pública de la fiscal Yeni Berenice Reynoso antes que enfrentar los cargos (supuesta corrupción y peculado) que le imputa el excandidato Guillermo Moreno. Nadie duda que haya puesto plomo para inclinar la balanza a su favor pasando factura e imponiendo compromisos políticos.
Empeñado en guardar una imagen global, no escatima sus sobrados recursos en mantener vigentes condiciones ya socavadas en el plano local. El juez Garzón, con todo y su cuestionado acontecer post Pinochet, le ha echado una mano para justificar la infeliz decisión de la magistrada Reynoso.
Leonel no es ni sombra de aquel bisoño muchacho, el de las preocupaciones sociales. Ni siquiera del discreto encantador de serpientes que nos sorprendiera a finales del siglo pasado con su elocuencia quedan secuelas que puedan liberarnos de los efectos de la infausta y camaleónica figura en que tristemente ha devenido este Leonel.
De una disimulada injerencia en el gobierno de Danilo Medina, ha pasado a insinuarse como la figura hegemónica tanto del PLD como del Poder Ejecutivo, tarea encargada al leal vicepresidente de sus dos recientes cuatrienios. Rafael Alburquerque ha revelado que la comunicación entre Danilo y Leonel es permanente. ¿Quién maneja a quien? Repetidas convocatorias del Comité Político del PLD representan un mensaje inequívoco.
En fin, no queda nada del abogado y periodista que en diciembre de 1994 asistía a la Cumbre de las Américas, menos de dos años antes de ascender al solio presidencial. Del evento, encabezado por Bill Clinton con la presencia de Balaguer, salieron 49 mandatos, destacando el de la lucha contra la corrupción. Recuerdo ver al encargado de prensa del PLD, sentado a mi lado, ponerse de pie para aplaudir estas iniciativas y abrazar entusiasmado a su amigo José Rafael Vargas cuando fue tratado el tema de la corrupción. Recuerdo rechazó quedarse en un hotel tres estrellas, Miami, dada su condición de representante de un partido que defiende y forma parte del proletariado. Hoy, el “humilde proletario” se pasea por el mundo con un séquito y lujo persa, compartiendo el oropel de la Global en medio de la abundancia. Mientras el pueblo sigue tan pobre como él lo encontró en 1996.
Eduardo Álvarez
(cenitcorp@gmail.com)
El Nacional
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2013/5/29/161015/No-queda-nada
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