Los recursos de la República Dominicana han sido engastados entre sinvergüenzas, privilegiados y pedigüeños, un muy resistente triángulo de vividores del Estado que la mayoría de los dominicanos nos conformamos con mirar.
Bueno, en realidad la mayoría no solo mira… hace algo peor: fortalece al triángulo con el pago religioso de los impuestos.
El triángulo no es cosa de ahora, pero nada hacemos con hablar de los muertos. Limitémonos a hablar de los principales actores de la política actual. Tomemos a los tres presidentes que hemos tenido en los últimos 17 años y nos daremos cuenta de que llegaron a manejar el poder más por sus atributos que por una carencia clave para su éxito, la carencia de vergüenza.
Mire, Leonel Fernández no sintió el menor asomo de vergüenza cuando fue a someterse en 1995 a las órdenes de Joaquín Balaguer, un hombre a quien había acusado de manejar un gobierno cuya corrupción le costaba al país 30, 000 millones de pesos. Digo, cabe la posibilidad de que se avergonzara del libro que escribió porque lo desapareció hasta el sol de hoy. La acción le mereció la entrega de la presidencia por parte de Balaguer en 1996.
Hipólito Mejía jamás se avergonzó de los dislates dichos en la campaña para las elecciones de 2000. Se sostuvo sin ruborizarse frente a los spots concebidos para ridiculizarlo con sus propias expresiones coloquiales. Y ganó las elecciones.
Y Danilo Medina no se avergonzó de que saliera a relucir que él había engañado a todos haciéndose pasar por ingeniero químico y menos se avergonzó de que Leonel anunciara con bombos y platillos que desde la presidencia gastaría 40,000 millones (10,000 millones más que los enrostrados a Balaguer) para ponerlo adelante en las encuestas en las elecciones de 2012. Ahí tenemos a Danilo nadando en un proceloso mar de pesos generados por el tempestuoso cobro de impuestos como nunca se había hecho.
Para evitar alegaciones, reconozco que Leonel tiene un manejo del lenguaje fuera de lo común, que Hipólito cuenta con carisma fuera de lo común y que Danilo tiene una habilidad para hacerse el pendejo y que le cojan pena fuera de lo común. Pero esos atributos extraordinarios no superan la carencia de vergüenza que los llevó al poder.
Tal vez no habría que referirse a la carencia de vergüenza si desde el más alto nivel del Estado no se hubiesen prohijado hordas de privilegiados y de pedigüeños que triangulan lo que produce el país para que todo quede entre gente que ahora exhibe insolente lo que con desvergüenza se lleva de las arcas estatales. El PLD ha sido rotundamente exitoso en esto.
La corporación morada tiene claramente definida su casta de privilegiados. Son los miembros de su comité político, quienes ahora tienen categoría de ministros o directores ad vitan de las productivas dependencias del gobierno donde hacen crecer cada minuto sus fortunas personales.
En cuanto a los pedigüeños, han aumentado en número y rango. A los tradicionales del propio partido han sido agregados otros de categoría más elevada como son algunos periodistas conocidos y algunos notables de otras organizaciones, tales como Carlos Morales y Miguel Vargas.
¡Ufff… qué país el lejano que me vio nacer! Fuera del triángulo perverso, la ciudadanía cada día carga más pesado y puja más bajito.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
Rafael Calderón
ENTRE USTED Y YO
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