Las encuestas de opinión pública son herramientas muy útiles para formar ideas sobre el estado de la sociedad en un momento determinado. Pero sus resultados no se pueden tomar a la ligera en función de los porcentajes y las cantidades de aceptación o de rechazo de algún tema en particular. Como ejemplo de lo diversas que pueden ser las valoraciones de las entrevistas individuales que son proyectadas a la totalidad del país podemos aprovechar las realizadas por Gallup-HOY en la primera mitad de septiembre de 2013.
Debe haber sorprendido a muchos que lo que refleja como “los principales problemas del país” sean la inflación y la delincuencia; en un segundo plano aparecen el desempleo y la falta de energía eléctrica. La sorpresa surge porque los entrevistados olvidaron los problemas en el transporte diario, la corrupción administrativa, la impunidad oficial y la inseguridad colectiva. Aún sin conocer el diseño del formulario utilizado para el cuestionario de este procedimiento, cualquiera se atrevería a plantear que las respuestas de los ciudadanos están directamente relacionadas con las esperanzas de que cada uno de esos problemas pudiera solucionarse. O lo que es lo mismo decir, la respuesta está condicionada por las expectativas de solución que cada uno tiene en mente. Si cree que tiene arreglo, lo considera un problema. Si lo considera insoluble, lo descarta como problema.
Debe notarse que sólo el alza del costo de la vida y la delincuencia en general superan la mitad de las opiniones expresadas en la encuesta mencionada. ¿Podríamos entonces concluir que esos son los principales problemas del país? Por supuesto que no. La encuesta más bien parece reflejar la esperanza de que esos problemas pudieran ser superados en función del cambio de imagen proyectado por el actual gobierno encabezado por Danilo Medina y los remeneos militares y policiales que hiciera en su primer año.
¿Quiere decir esta encuesta que la población ya olvidó la inmensa corrupción administrativa en los recientes gobiernos de Leonel Fernández? ¿Desaparecieron los problemas en los servicios públicos porque Danilo es un personaje aparentemente humilde, en contraposición con el narcisismo de Leonel? ¿Se arregló súbitamente el transporte de pasajeros y el tránsito por las calles dominicanas fluye plácidamente? ¿Disminuyó el tráfico de drogas que ha envilecido hasta el asco a políticos, militares y policías? Nada de eso ha ocurrido.
La encuesta Gallup-HOY tiene como respaldo para su credibilidad el probado prestigio de ambas empresas privadas y de su liderazgo. Pero su consulta popular debe ser analizada en contraposición con la mayor o menor esperanza de los entrevistados en que esos problemas se resuelvan. La ausencia de algunos temas importantes parece demostrar que entre los encuestados predominó la desesperanza aprendida. Esa es una condición del ser humano, convencido de que nada puede hacer para cambiar la situación que lo agobia. Su motivación para modificar el estado de cosas se ha perdido y, en un estado relativamente depresivo, descarta toda probabilidad de que su situación mejore.
Para responder, esas personas deben haber pensado que la corrupción de los políticos en el gobierno nunca será expuesta ni condenada porque Leonel Fernández se ocupó de envilecer cada tribunal del país y así garantizar la impunidad de su grupo corporativo. Al pensar en los problemas principales, cada ciudadano debe haberse dado cuenta que el narcotráfico va a seguir fortaleciéndose ya que desde Generales hasta alistados han sido expuestos en su complicidad. Lo mismo decir de algunos cabecillas políticos que se escudan tras un lenguaje de lucha antidrogas mientras se desempeñan en los tribunales como defensores de los capos del lavado.
¿Olvidaron estos encuestados los hostigamientos sufridos a diario cuando tratan de trasladarse de uno a otro punto de la ciudad? ¿Desaparecieron los entaponamientos y las huelgas sorpresivas de los transportistas? Nada de eso. Lo que pasa es que han perdido toda esperanza de que cese el castigo permanente contra la población para beneficiar los negociantes del transporte, dentro y fuera del gobierno, quienes sólo piensan en su beneficio personal.
Las próximas encuestas debían tratar de reflejar ese nivel de pérdida de la esperanza, una especie de frustración e impotencia. Y así podrían entonces identificar los verdaderos y principales problemas que padece el país. Para entonces solucionarlos.
Hamlet Hermann
Hoy.com.do
Dibujo: Wilson Morfe
http://www.hoy.com.do/opiniones/2013/9/29/500484/Desesperanza-aprendida
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