Las sobrevaluadas plantas de Punta Catalina.
A unos cuantos se les atragantó la cena de Nochebuena y tampoco pinta muy divertida la del 31. La cuestión, en este tema de la corrupción comprobada y confesada de Odebrecht con diferentes gobiernos del continente, es que no queda más remedio que actuar. No hacerlo sería sencillamente añadirle una tonelada de corrupción al tema, esta vez por la vía de omisión de persecución del delito.
Plan A: Dejar que la noticia se pierda en el tiempo. Vieja táctica de Balaguer, señala un lector. En este caso inaplicable, porque la prensa internacional se encargaría de difundir el tema en caso de que la prensa local se aburriera de hacerlo. La variable (muy usada) de dejar que un escándalo tape a este tampoco parece muy recomendable...
Plan B: Negarlo todo, al estilo Sun Land y demás problemillas locales. Tampoco funcionaría: ya los corruptores han confesado hasta los céntimos, así que en lugar de cherchez la femme, aquí basta con chercher los depósitos...
Plan C: Hacer lo que nunca se ha hecho. Entender el caso de Odebrecht como un punto de inflexión. Como es absolutamente imposible hacerse el sordo, como ya la investigación está hecha, las pruebas recogidas y las confesiones documentadas... no queda más que decidir que cada quien asuma su delito y pague por sus faltas.
Es un fin de año turbulento para los que han aceptado el cargo, la responsabilidad de tomar decisiones en el Gobierno, la Justicia, el Ministerio Público... Dejará heridas abiertas en los partidos políticos involucrados (ese puede ser un beneficio para la sociedad), nos libraremos de un par de “hombres del maletín” (otro plus) y recuperaremos unos cuantos millones de dólares, que buena falta hacen...
No hay muchas más opciones.
Inés Aizpún
IAizpun[@]diariolibre.com
Diario Libre
No hay comentarios:
Publicar un comentario