La corrupción administrativa debe ser declarada y tratada como lo que esencialmente es: un crimen contra la humanidad. La corrupción y los corruptos causan incontables muertes constantemente, si se los calculamos con detenimiento, parecería una guerra de exterminio.
Los políticos corruptos son criminales de guerra que, además, violan los derechos humanos fundamentales de los sobrevivientes.
El ingeniero que se robó el dinero de construir una clínica rural, y el funcionario cómplice, causan muchas muertes por falta de atención médica en la zona. Y violan el derecho humano a la salud a quienes vivan en la comarca. Quien se roba el dinero de construir escuelas, condena a esa población a vivir en un estado de ignorancia durante varias generaciones, y la ignorancia, sabido es, causa más muertes que muchas guerras.
Viola el derecho humano fundamental a la educación.
Quien se roba el dinero de puentes y carreteras, con deliberados vicios de construcción, es responsable de las muertes que eso cause. Los políticos internacionalizan leyes defendiendo intereses corporativos. Las farmacéuticas producen esta epidemia de adicción al opio sintético.
Es legal que el adicto compre drogas en la farmacia, comprarla en la calle es criminal, “tráfico de drogas”. En Nueva York fumar marihuana medicinal es ilegal, lo natural es ilegal, lo legal es lo sintético. Es legal que el dinero termine en arcas de las corporaciones, cualquier otra cosa es ilegal. Necesitamos leyes internacionales designando la corrupción como un crimen contra la humanidad. Que los políticos corruptos, como criminales de guerra, sean condenados a devolver el dinero robado y cumplir cadena perpetua.
Con dos ceremonias humillantes anuales que incluyan una pela pública el nefasto día de su cumpleaños, y el día de su encarcelamiento, como triunfo de la higiene pública.
Sería un acto profundamente humano. En China los ahorcan.
J.C. Malone
Testigo del Tiempo
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