Desde la dictadura constitucional hemos visto cómo se controlan los poderes y se manipula la participación con demagogia, orden y protocolo establecidos en la Constitución, para servir a los intereses de un grupo de poder que ya es una empresa y que para defender su inversión desea continuar usando los recursos de los contribuyentes.
En las elecciones no ganó el progreso como dicen, y por mínimo pudor y reconocimiento a la manifestación del voto popular que no lograron comprar o engañar deberían tener prudencia, pues quien ganó es un pequeño grupo maniqueo, inteligente y frío, convertido en corporación con un desarrollo considerable, que llevó al pueblo llano a las peores condiciones de desarrollo humano, a los más bajos índices en educación, salud, saneamiento ambiental, pobreza, desempleo, inseguridad, corrupción. Son hechos, es la situación de la mayoría de dominicanas y dominicanos que los vendidos y atemorizados medios de comunicación no pueden negar, sin sentirse cómplices del dolor y la pobreza que han ayudado a instalar.
No ganó el progreso, ganó la miseria y el hambre expresado en la compra de votos y cedulas, el hambre de una población sin educación ni oportunidades; ganó la miseria de empleados públicos y botellas que no entienden el sagrado oficio del que trabaja para hacer crecer el Estado, no su bolsillo.
No ganó la democracia, ganó la dictadura constitucional que manipulando los poderes del Estado, compró y comprometió juntas, cámaras, cortes, cuentas, principios, valentías, decencias, pudores, oportunidades, sueños, opiniones, medios, votos, miserias, hambres.
¿Qué queda? Un país con una deuda profunda y grave y la perspectiva de un presidente títere al servicio de la estrategia leonelista, o uno más de los representantes de la corporación PLD, fortaleciéndola para seguir en el 2016, o, en el mejor de los casos, un presidente suficientemente inteligente y valiente, para enfrentar la impunidad impuesta por la dictadura constitucional, como lo están haciendo actualmente los presidentes de Colombia y Brasil, pues sería la única forma en que pudiera hacer lo que nunca se hizo.
Julia Bayona Mendoza
Comunicadora y educadora
7dias.com.do
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