La aplicación de un impuesto de dos pesos por galón a los combustibles, como parte de la reforma tributaria aprobada el viernes por el Senado, es una decisión lamentable y absurda, primero porque aumenta la presión de por sí alta sobre ese renglón, y luego por los propósitos que la inspiran. Como ingredientes que participan directa o indirectamente en los costos de casi todos los bienes y servicios, el efecto inflacionario del nuevo impuesto provocará alzas que perjudicarán a los más pobres. El otro absurdo es que al crear ese impuesto se ha legislado para privilegiar a un sector que explota con fines de lucro el transporte de pasajeros y carga.
Aún sin gravar los combustibles, la reforma tributaria reducirá la capacidad adquisitiva de los más pobres. La inclusión del cargo de dos pesos a los hidrocarburos agudizará aún más esa situación. No hay manera de evitar que los sectores comercial e industrial transfieran a los consumidores y usuarios el aumento de sus costos de producción y operación debido al alza que el impuesto provocará en los combustibles. El Gobierno no tiene medios para controlar la especulación y eso ha quedado demostrado en los hechos, cuando por causas injustificables han sido aumentados los precios de artículos de consumo. Y no parece que haya previsto que someter a más presión los precios de los combustibles puede tener consecuencias sociales indeseables.
Combustibles de mala calidad
Los distribuidores mayoristas de combustibles han expresado su alarma por el hecho de que estaciones de expendio están despachando combustibles de mala calidad adquiridos en fuentes que no corresponden a las franquicias distribuidoras debidamente acreditadas en el país. Una consecuencia de esta práctica es que, al tiempo que se estafa a quienes los compran, estos carburantes acortan la vida útil de los motores.
Las autoridades deben atender esta queja e intensificar los esfuerzos por impedir el trasiego ilegal de combustibles. Se sabe que el Ministerio de Industria y Comercio y el Instituto de Protección al Consumidor han estado trabajando contra esta práctica, pero según parece, la envergadura del problema reclama más esfuerzo de las autoridades para cortar los flujos de estos carburantes y someter a la justicia a quienes los venden.
Editorial Hoy Digital.com.do
http://hoy.com.do/editorial/2012/11/4/453403/Un-gravamen-inflacionario
Caricatura: Rayma
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