El presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez, es un hombre que frecuenta los ditirambos insultantes. Estoy tentado a decir que impropios de una persona de tal investidura, si no fuera porque nada indica que para dirigir el Senado haya que ser una persona elegante o con buenos modales. Se les piden otras condiciones, pero no hacer galas de una educación formal aceptable.
Aunque, repito, lo hace con frecuencia, hay un tema que siempre le saca lo peor de sus exabruptos: la situación de los migrantes haitianos. Y en particular cuando se habla de alguna acción internacional que trata de inducir un mejor trato a estas personas y la colocación de la República Dominicana al mismo nivel de los tratados internacionales que ha suscrito. O al nivel del trato que reciben los dominicanos emigrados en aquellos lugares a donde han ido, con o sin documentos, a sobrevivir y a aportar su trabajo a las sociedades receptoras.
Y ahora, posiblemente conociendo de antemano la nefasta resolución del Tribunal Constitucional, el Sr. Pared Pérez ha vuelto a cargar contra los representantes del sistema de Naciones Unidas en el país, cuando solicitaron cortésmente al presidente de la República que prestara atención al estropicio jurídico y político que se ha creado en torno a la expropiación de derechos contra jóvenes dominicanos de origen haitiano. Un verdadero crimen humanitario, y aun peor, una tremenda estupidez política. Ante lo cual al presidente del Senado solo se le ocurrió vociferar desde Twitter “No a la presión internacional de querer imponernos criterios sobre quién es nacional o no… la soberanía es nuestra, y de más nadie”.
Obviamente, hay una pizca positiva en lo que plantea el presidente del Senado desde este nuevo desplante xenófobo. Defender el espacio nacional de injerencias externas puede ser, efectivamente, un acto patriótico. Y ello es bueno cuando la patria somos todos. Pero me temo que el presidente del Senado se regodea en esa percepción oligárquica de la patria –él mismo es un asistente de esa oligarquía- con que nos han estado anestesiando por siglos. De manera que aunque la patria, se dice, es de todos, son pocos los que deciden por ella, y pocos también los que la disfrutan. La mayoría de nosotros –el bulto de pobres y de casi pobres- solo podemos mirar por la verja el festín a que esos patriotas invitan. Y es esa justamente la visión de la patria-de-todos que Pared Pérez nos quiere endilgar.
Y me temo que en el tema de la situación de los miles de dominicanos de origen haitiano expropiados de sus derechos y privados de todo tipo de movilidad en lo que realmente es su patria –no importa lo que diga el Tribunal Constitucional- todos y todas tenemos derecho a decidir. Pues la soberanía no es propiedad del puñado de funcionarios xenófobos que están haciendo todo lo posible por llevar la situación de estas personas a la mayor ignominia, y al mismo tiempo estimulando la ocurrencia de demostraciones públicas chovinistas que pudieran generar situaciones violentas y criminales. Un juego político improductivo y peligroso dirigido a estimular los fantasmas autoritarios y represivos que siempre aletean sobre la media isla.
Pero el presidente del Senado no solo confunde la propiedad de la soberanía, sino también padece de retinosis nacionalista, y habla de ejercerla sin piedad en unos casos, y a excusarse en otros.
Y si alguien tiene dudas, solo hay que ver que sucedió hace muy poco cuando se trataba de aprobar “al vapor” el presupuesto del 2012, previamente pactado con el Fondo Monetario Internacional. Cuando algunos legisladores pidieron tiempo para analizar mejor la pieza, “Pared Pérez –cito a la prensa no desmentida- dijo que poco o nada podía hacer el organismo legislativo, ya que ese Presupuesto está bajo el control del acuerdo firmado con el FMI”.
Es decir que en ese caso los aprestos nacionalistas del secretario del PLD se rindieron ante una “presión internacional” que finalmente nos impuso “criterios” sobre cuánto dinero de todos y todas se debe gastar, y cómo hacerlo. Un caso de retinosis política que no puede remitirse a que tengamos un acuerdo de austeridad económica con el FMI, pues también tenemos varios con la comunidad internacional sobre derechos humanos que algunos funcionarios pisotean día a día.
Y este es solo un ejemplo entre varios -¿recuerdan la manera como el Senado trató el acuerdo con la Barrick en 2009?- que nos hacen creer que efectivamente el presidente del Senado (y junto con el una buena parte de nuestros políticos rentistas) padece de retinosis política cuando de temas patrióticos se trata.
Sólo que para esto no se requiere un oftalmólogo, sino un cambio que de cuenta de una situación política de autoritarismo, xenofobia, corrupción, inequidad, depauperación social y cinismo político que condena al país a una larga noche medieval. Y nos sustrae de todos los vientos de renovación que vive nuestro continente para asomarse con nuevas propuestas al siglo XXI.
Haroldo Dilla Alonso
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