Leonel Fernández escribe regularmente, en un periódico matutino, artículos históricos sobre el profesor Juan Bosch, resaltando su correcta estrategia política en la campaña de 1962, su triunfo electoral, su gobierno de siete meses y el golpe de Estado del 25 septiembre de 1963.
Para mucho resulta una sorpresa que el ex presidente haya retomado en la teoría su origen boschista, después de gobernar durante doce años guardando distancia al legado del fundador del PLD, vedar sus méritos y censurar su grandeza, bajo el pretexto de que sólo él había llevado a esa organización tres veces al poder.
Durante sus mandatos, los auténticos boschistas dentro del PLD, nunca ostentaron posiciones relevantes, estimuló el culto a la personalidad e ideológicamente se declaró vinchista. Pero el mayor contraste, al ejemplo de Bosch, fue su pragmático estilo de hacer política, aproximado, en gran medida, a las viejas prácticas del doctor Joaquín Balaguer.
El culto a la personalidad y el ejercicio del clientelismo político (mediante el uso del los recursos públicos) lo asemejaban a Balaguer, aunque el caudillo reformista se quedó corto en el patrocinio de la corrupción pública, pues durante sus mandatos el país nunca ganó el primer lugar en malversación de fondos en el plano internacional.
Desaprobé públicamente muchas actitudes del profesor Juan Bosch, sobre todo adjetivos peyorativos usados hacia el doctor Peña Gómez, pero en su contexto histórico hay que reconocer que fue un hombre honrado y un gran demócrata, no de palabra sino en la práctica, pues lo demostró durante su ensayo presidencial de siete meses.
Para seguir el legado de Bosch hay que ser honrado y un gran demócrata. Y no puede ser un demócrata un hombre (como Leonel Fernández) que centralizó todos los poderes públicos a su favor. Dice Barón de Holbach que: “El poder absoluto fue y será siempre la causa de la decadencia y de las desgracias de los pueblos…”
Danilo Cruz Pichardo
El Nacional
http://elnacional.com.do/ahora-es-boschista/
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